Armando Ríos Ruiz |
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Perfil de México
Zedillo, no más silencio
Armando Ríos Ruiz
La visita del ex presidente Zedillo incomodó a nuestro Primer Mandatario, por el enorme caudal de verdades que profirió en contra de su actitud durante estos seis años, durante los cuales tuvo en la mente la idea de destruir lo que costó años construir, porque le resulta imposible tolerar lo que hicieron otros, a quienes ha considerado inferiores a él, a pesar de evidenciarse exactamente lo contrario.
Desde principios de esta administración expuso su sueño de formar un gabinete como el de Juárez, en el que brillaron verdaderas figuras de aquel entonces, pero en su mandato, con desechos humanos muy distantes de tener, aunque sea un parecido físico, ya no digamos mental, que, ’como los de antes’, llegaron sólo a enriquecerse a placer. Los ejemplos abundan.
Algunos comparsas se fueron directos a la información que se refiere a los días de gobierno de Zedillo, en busca de argumentos suficientes para quedar bien con el patrón y en algunas discusiones con la oposición los expusieron, aunque con una desventaja diametral, ya que cuando hacían referencia a los errores cometidos entonces, se quedaron en el camino, simplemente porque los actuales son de veras insuperables, cuantiosos y ejemplares en lo dañino.
Era obvio que también el actual Presidente arremetiera contra Zedillo, aunque igualmente en desventaja, ya que todo lo que mencionó de los momentos de aquel mandato que cerró al final del siglo pasado, ha sido superado por el suyo en cuantía y en tamaño, al grado de que hoy, México vive en la antesala de su conversión total a un régimen reprobable, en el que la única voz de mando será la suya o la de su descendiente, apuntado ya para arribar al máximo poder en 2030.
Para eso trabajó durante seis años. Para eso se convirtió en el máximo jefe de jefes del crimen. Para eso pervirtió la ocupación de las fuerzas armadas, a cuyos elementos convirtió en empresarios bastante productivos, de la noche a la mañana, con ingresos de excelencia, de acuerdo con lo que afirman quienes han vivido cerca de esa transformación y lo dicen con coraje, porque no les toca gran cosa.
Se nota a leguas por la abundancia de indicios, que además decidió hacerse de amistad con los criminales y con los militares, porque ambos ofrecen posibles soluciones en caso de alguna probable rebelión. Ambos pueden actuar en su defensa, porque ambos bandos cuentan, primero, con su enorme agradecimiento y después, con los armamentos más modernos y podrían darle satisfacciones frente a la población, en caso de llegar ésta al hartazgo más profundo y de que decida hacerse justicia por su propia mano.
Zedillo fue contundente y visiblemente molesto por lo que acaba de pasar con la reforma judicial, llevada a efecto de la manera más brutalmente cochina. Con los desaseos a la vista de toda la población. Sin importar las formas. Sin importar un ápice las trampas y los delitos cometidos para imponer ese capricho o seguramente mejor calificado como una vil venganza.
Por eso dijo el ex Presidente que ’la 4T no quiso demorar la destrucción de la independencia, los estándares profesionales y las capacidades del Poder Judicial Federal’. ’Al igual que respecto a las instituciones electorales, el Ejecutivo ha sido implacable, no sólo cuestionando los fallos de jueces y ministros cuando no se han alineado con sus preferencias, sino también al insultar al Poder Judicial como institución y a los ministros en lo individual.’
Destacó que ’contrario a lo que establecen la Constitución y las leyes, el Ejecutivo ha maniobrado para llenar vacantes en la Suprema Corte con personas que difícilmente cumplen los requisitos indispensables de independencia, profesionalismo e incluso ética’, cuestionó el ex mandatario.
Obviamente, Zedillo no fue el mandatario perfecto. Pero por nada podría compararse con el actual, gracias a quien han prevalecido las situaciones más abyectas, más ruines, con el engaño cotidiano a las clases marginadas, consistentes en que el arcángel de México blande todo el tiempo su espada mientras vela por su bienestar desde el palacio de gobierno, su refugio a toda prueba.
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