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En las Nubes

Viejos los cerros

Carlos Ravelo Galindo

Viejos los cerros
Agosto 06, 2014 10:50 hrs.
Política ›
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Acabamos de enterarnos que somos más los viejos que los jóvenes. Lo dudamos enfáticamente. Debemos reconocer, como dicen, que los hijos no velan por sus padres. Ni tienen por qué hacerlo. Aunque éstos si lo hicieron por ellos. Es la ley. A secas. Los de mayor edad, que no los más viejos, viven solos, Sí, pero no abandonados. Menos en soledad, pese a lo que diga el gobierno. Al que poco, niños y grandes, le importamos. Por eso hoy, ante ello, debemos recordar, como aliciente que mientras algunos cuentan aventuras que nunca tuvieron. Algunas tienen aventuras que nunca creyeron. Y jamás contaron. Que los llamados jóvenes nunca deben olvidar que tu abuelo se la dio a tu abuela. Yo a tu madre y tú se la darás a tu mujer. ¿Qué, papá? “La razón en todo, hijo; la razón en todo”. Cierto. Dicen también que ha llegado la vejez con afán de destruirme, pero yo me he puesto firme y contra ella lucharé. El pasado que se fue, sacó ida sin regreso y no conforme con eso, se llevó mi juventud, dejándome sin salud, feo, viejo y sobrepeso. Creo que estoy sano. No soy una persona achacosa aunque tengo varicosa y un tobillo se me inflama. A veces tomo la cama cuando me duele un riñón, fatiga en el corazón, mucho dolor en un hueso. Y a pesar de todo eso, ¡me siento como un cañón! Todos tenemos problemas, aunque piensen lo contrario Este calvario, pone el dilema: cuando tengo alguna pena, siento grande la opresión. Empieza en el pulmón y concluye en otro hueso. Y a pesar de todo eso, ¡me siento como un cañón! Pienso que estoy entero y lo voy a demostrar, aunque moleste la cadera para caminar afuera. Ya necesito bastón, que me evite un resbalón o en la calle algún tropiezo. Pero a pesar de todo eso, ¡me siento como un cañón! En un brazo hay bursitis, dolor en una costilla y me falla una rodilla porque padezco de artritis. Tengo en la pierna flebitis, en el cuerpo comezón y se me encoge un tendón que el cuello me pone tieso. Y a pesar de todo eso, ¡me siento como un cañón! Si cuenta no quiera darme, de que mi rostro está viejo, al pasar por un espejo trato de no mirarlo para querer engañarlo. Mi cara es un acordeón, mi cuerpo un armazón, pero lucho por vivir y les quiero repetir ¡me siento como un cañón! Ojalá que lean los jóvenes y entiendan, ya sin yerros, que viejos solo los cerros…. aunque siempre reverdecen. Quieran bien a sus papás. Búsquenlos con un pretexto. Pero sepan que llegaron a vivir por ellos. Y no ellos por ustedes. Y aunque no les den un peso, no escatimen, aunque sea de vez en cuando, darles cariño en un beso.
craveloygalindo@yahoo.com.mx

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