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Superar


“Ya supérenlo” es no la posición de un gobierno que desea servir a la sociedad

Superar
Diciembre 08, 2014 17:10 hrs.
Periodismo ›
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El gobierno federal parece decidido a cometer todos los errores que le sean posibles. Y los comete con gran determinación y una enorme capacidad para ponerlos a la vista. Y el último ejemplo de la vocación por el desastre de la administración de Enrique Peña Nieto sin duda alguna, sería la visita a Guerrero para lanzar un insensible y ofensivo “ya supérenlo”, para dar por terminado el asunto de los normalistas de Ayotzinapan.

Incapaz de resolver con claridad las cosas y arrinconado por la pérdida de liderazgo y de confianza, el gobierno de Enrique Peña Nieto decidió recorrer la ruta del abandono. Y las “soluciones” que sólo demuestran la preocupación oficial por demostrar su inocencia en los hechos.

Pero como le ha sucedido ya en varias ocasiones, justo lo que el presidente dice es lo que deja ver que la lejanía de la sociedad para con las autoridades está justificada. No sólo no hay acciones válidas para explicar a los deudos lo sucedido, sino que se pone de manifiesto la urgencia del gobierno por abandonar el tema y por cerrarlo como sea.

La petición presidencial para “superar” el dolor y el enojo, deja de ser algo carente de sensibilidad, para escalar a niveles de ofensa o desprecio. El presidente quiere que se entienda que él no es culpable de la terrible noche del 26 de septiembre pasado, pero evade todo lo que e relaciona con la real responsabilidad de las autoridades de todos los niveles, en esos acontecimientos.

Los dichos del presidente en la parte final de la semana pasada, son una señal de lo mal que se encuentra la estructura del poder.

Ante la creciente indignación y la imparable ola de críticas que llegan desde el exterior, la receta que se aplica desde Los Pinos es la de la huida.

“Ya supérenlo” es no la posición de un gobierno que desea servir a la sociedad, sino la de una administración que incapaz de responder a las demandas y presiones de la sociedad, opta por avisar la forma en que se habrá de dar por terminado todo el caso. Y para ello, la primera piedra es llamar a los deudos en lo particular y a la sociedad en lo general, a “superar” algo que para el gobierno, evidentemente “ya no tiene remedio”.

Sin embargo, lo que la realidad deja ver es que el gobierno no ha entendido el fondo del problema, que no es otra que la descomposición política que ha puesto en evidencia la crisis de la clase política.

Por supuesto, la desaparición y hasta el momento supuesta muerte de los normalistas, es parte importante del asunto. Pero también lo es el que el gobierno, en todos los niveles, fue incapaz de brindar seguridad a los ciudadanos.

No son, como se quiere hacer creer, los policías municipales o un alcalde. No es el narcotráfico. Es la incapacidad, o corrupción, de las autoridades encargadas de evitar este tipo de situaciones. El punto es saber las causas por las que toda la estructura dedicada a la “inteligencia” con que cuenta el estado fue incapaz de detener esta descomposición.

Resulta preocupante que para el presidente de la República lo importante sea salvar la imagen de su gobierno y/o la suya.

Preocupa por que o no ha entendido lo que sucede, o lo ha entendido tan bien que quiere hacerlo a un lado.

Ya ni siquiera resulta importante, que lo es, que el presidente se vista de insensibilidad o que carezca del liderazgo suficiente como para intentar no sólo el acercamiento con las familias de los deudos, sino para lograr que la sociedad crea en lo que dice.

Lo serio en todo esto es que, además de todo, el presidente Peña Nieto parece suponer que la sociedad no es capaz de ver las cosas como son. Preocupa que el presidente se mantenga en la idea de que al paso del tiempo, “todo se olvidará”.

Y ante ello, tal vez valdría la pena utilizar sus propios argumentos para pedir que el gobierno “ya supere” su soberbia y entienda que “le guste a quien le guste”, las autoridades trabajan para la sociedad y no a la inversa.

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