Octubre 13, 2014
13:14 hrs.
Periodismo ›
Gregorio Ortega Molina/ › todotexcoco.com
Lo que ocurre en México es como para salir corriendo, pero ¿a dónde? En un esfuerzo por cumplir con el síndrome de Penélope, la Secretaría de Gobernación transfiere la solución política del caso IPN a Emilio Chuayffet Chemor, sin considerar siquiera sus antecedentes, como la corresponsabilidad, por omisión, en la masacre de Acteal.
Por otro lado, azoran las declaraciones de Jesús Murillo Karam, a quien consideré un político sensato y con experiencia, pero resulta que “admite” que algunos soldados (hasta el momento señalados, pero no pericialmente identificados) usaron las armas de los “delincuentes” caídos para dispararles. ¿En qué condiciones de defensa se encontraban antes de ultimarlos? Si pudieron quitarles las armas, estaban inermes.
También desconcierta el manejo forense y político de lo que ocurre en Iguala. Durante el fin de semana que recién concluyó, Al Momento Noticias presentó, en exclusiva, un video que muestra lo que allí ocurrió cuando algo se rompió en esa población y en México entero, cuando el Estado de derecho se transformó en entelequia y policías, encargados de dar seguridad a los ciudadanos, o mataron a los normalistas -todavía no identificados, porque hasta el momento pueden considerarse sólo desaparecidos- o los entregaron para que a algunos de ellos los desollaran y los quemaran vivos, antes de regresarlos a la tierra.
Además, el ERPI convoca a la venganza, a la caza de Guerreros Unidos, para saldar cuentas con ese grupo delictivo, cuando todavía no se ha establecido que efectivamente ese grupúsculo de delincuentes sea responsable de los cadáveres encontrados en las fosas clandestinas. La voz de los “guerrilleros” confirma que hace mucho el pacto social se rompió en el estado de Guerrero, donde la ley de las armas es la que impone nuevas reglas del juego, incluso en contra de estudiantes y sus familias.
Es una lástima lo que ocurre a los mexicanos, es un presagio el rompimiento del Estado de derecho, porque -en alguna medida- el regreso del PRI a Los Pinos regaló esperanza y expectativas positivas para la nación, la patria, ahíta de tanto reguero de sangre desde que se determinó declarar una guerra armada contra el narcotráfico, con el propósito de ocultar lo que ocurre en la república con los migrantes y el proyecto de país.
Dejar en manos del secretario de Educación el destino del IPN, y las declaraciones del procurador General de la República sobre el caso Tlatlaya, así como la controversia sostenida con Ángel Aguirre -a lo peor él los mandó matar y conoce las identidades de los allí enterrados-, indican que también algo se rompió al interior del gabinete presidencial.
Ver más