Saqueo cómplice

Sólo con la complicidad de funcionarios de Pemex, ha podido extenderse la red de ordeñadores de ductos en todo el país. Es posible comprobarlo, si nos atenemos a hechos no tan lejanos.

Veamos: hace una década y sin la tecnología tan avanzada como la actual, se detectaban las bajas de presión en los conductos que llevan la gasolina de una ciudad a otra. En la zona de Salamanca, Guanajuato, en donde está la que es posiblemente la planta petroquímica más importante del país, con frecuencia eran localizadas estas fugas. Y corregidas.

Anuncian que habrá una inversión de 190 millones de dólares para instalar los sistemas detectores. Sí, de los mismos sistemas de los que hablamos antes y que bien podrían informar qué pasó con ellos, si fueron retirados, si no funcionan por obsoletos o sencillamente porque se les dejó morir solitos.

El anuncio fue hecho ante las reiteradas informaciones de robos de combustible que llega, según los más pesimistas, al 30 o 40 por ciento del total del producto. Y eso es comprensible, en ocasiones anteriores hemos mencionado la instalación pública de una oficina a la que los delincuentes remiten a sus víctimas para que adquieran el combustible a precios menores al 50 por ciento.

Amplío la explicación: jóvenes armados que circulan abiertamente en distintas regiones del país, visitan a un propietario de gasolinería al que invitan a adquirir el producto con descuento.

Entregan la tarjeta de visita donde se especifica domicilio y hasta nombre de quien habrá de atender al empresario.

La que en lo personal conocimos –aunque nunca físicamente—está situada en Uruapan. Si el empresario prefiere vender su negocio porque Pemex controla las adquisiciones y el nivel de ventas de cada estación distribuidora, por lo que es prácticamente imposible surtirse por otro lado, no hay problema, de inmediato surgen compradores.

Y también como constancia personal: los adquirientes son inspectores del propio Pemex que compran los negocios a precio de remate y que pueden esconder las adquisiciones ilegales. Ellos son los encargados de la detección.

Cuando de plano el empresario es terco, tampoco hay problema, le queman la estación y sanseacabó. Así sucedió reiteradas veces en Michoacán, donde existen registros de tales hechos sin que la autoridad se haya calentado o enfriado por este asunto.

El arribo de gasolineros a México, procedentes de extranjía, forzó el anuncio de las nuevas medidas preventivas que son simples.

Cada determinada distancia se coloca una válvula y entre válvulas un medidor de presión del líquido. Así, en tanto abren un agujerito en los ductos, la presión baja, las válvulas se cierran y se localiza el daño que es reparado sin dilación.

Se trata por cierto de darle certeza a los inversionistas en el ramo petrolero, de que no serán saqueados por delincuentes impunes, como hasta ahora han permitido las autoridades de Pemex. El daño, dicen los que saben, se considera arriba de 15 mil millones de pesos anuales.