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Quien cierre el oído al clamor de los necesitados, no será escuchado cuando grite


’ Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la palabra de Dios... ’

Quien cierre el oído al clamor de los necesitados, no será escuchado cuando grite
Septiembre 21, 2020 20:27 hrs.
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La Palabra de Dios

Martes 22 septiembre, 2020

Primera lectura
Prv 21, 1-6. 10-13
Como agua de riego
es el corazón del rey en manos del Señor:
él lo dirige a donde quiere.
Al hombre le parece bueno todo lo que hace,
pero el Señor es quien juzga las intenciones.

Proceder con rectitud y con justicia
es más grato al Señor que los sacrificios.
Tras los ojos altaneros hay un corazón arrogante;
la maldad del pecador brilla en su mirada.

Los proyectos del diligente conducen a la abundancia,
en cambio el perezoso no sale de la pobreza.
Los tesoros ganados con mentira
se deshacen como el humo y llevan a la muerte.

El malvado busca siempre el mal
y nunca se apiada de su prójimo.
Cuando se castiga al arrogante, el sencillo aprende;
cuando se amonesta al sabio, crece su ciencia.

El Señor observa el proceder de los malvados
y acaba por precipitarlos en la desgracia.
Quien cierra los oídos a las súplicas del pobre
clamará también, pero nadie le responderá.
Palabra de Dios
Te alabamos, Señor

Salmo Responsorial
Salmo 118, 1. 27. 30. 34-35. 44
R. (35a) Enseñame, Señor, a cumplir tu voluntad.
Dichoso el hombre de conducta intachable,
que cumple la ley del Señor.
Dame nueva luz para conocer tu ley
y para meditar las maravillas de tu amor. R.
R. Enseñame, Señor, a cumplir tu voluntad.
He escogido el camino de la lealtad
a tu voluntad y a tus mandamientos.
Enséñame a cumplir tu voluntad
y a guardarla de todo corazón. R.
R. Enseñame, Señor, a cumplir tu voluntad.
Guíame por la senda de tu ley,
que es lo que quiero.
Cumplir tu voluntad
sin cesar y para siempre. R.
R. Enseñame, Señor, a cumplir tu voluntad.

Aclamación antes del Evangelio
Lc 11, 28
R. Aleluya, aleluya.
Dichosos los que escuchan la palabra de Dios
y la ponen en práctica, dice el Señor.
R. Aleluya.

Evangelio
Lc 8, 19-21
En aquel tiempo, fueron a ver a Jesús su madre y sus parientes, pero no podían llegar hasta donde él estaba porque había mucha gente. Entonces alguien le fue a decir: ’Tu madre y tus hermanos están allá afuera y quieren verte’. Pero él respondió: ’Mi madre y mis hermanos son aquellos que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica’
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús

Reflexión del Evangelio de hoy

Quien cierre el oído al clamor de los necesitados, no será escuchado cuando grite
Como libro sapiencial, lo que nos propone este texto de Proverbios está lleno de sabiduría. Sabiduría que consiste en cómo saber andar por la vida siendo lo que somos, seres humanos, bajo la mirada de Dios. Un texto que no exige más comentario, porque todos lo entendemos.

Junto a esa consideración que emana del párrafo que encabeza esta reflexión, si bien es como termina el texto de la lectura, podemos leer otra máxima de la misma lectura: ’Dios es quien pesa los corazones’. Es decir, es Él quien llega a lo hondo de nuestro ser y lo valora. Él y solo él, junto a quien se examina, y se juzga a sí mismo. El resto de seres humanos no llegan a esa hondura. Sucede que a veces no hay coincidencia entre la valoración del dueño de ese ’corazón’ y la que Dios hace: como dice la lectura ’al hombre le parece siempre recto su camino’, cuando a los ojos de Dios, que es quien ’pesa el corazón’ no es así.

Podemos aplicar esto al texto que encabeza este comentario y afirmar: en mi vida ’no cierro el oído al clamor de los necesitados’. Y será verdad, como la práctica parece demostrarlo. Pero, quizás lo concluimos sin preguntamos, ¿qué es lo que te mueve a estar atento a ese clamor: ¿el afecto hacia el necesitado?, ¿tranquilizar la conciencia? ¿quedar bien ante los demás?, ¿esperar ser correspondido por quien ayudo?, ¿….? La verdad está en lo que somos a los ojos de Dios.

Mi madre y mis hermanos son éstos: los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica
Sabemos que con el término ’hermanos’ se puede entender los próximos a su vida, como lo estaba su madre. Esa expresión ha llevado a entender que los ’hermanos’ eran hijos de José, tenidos con otra mujer, fallecida, antes de su matrimonio con María, y del nacimiento virginal de Jesús. Quizás no es necesario llegar a esa conclusión. Como indico, hay que tener en cuenta el amplio sentido que tiene el término que se traduce por ’hermanos’, que abarca más allá de hijo de los mismos padres o de uno de ellos.

Lo relevante es considerar el papel de María en la vida de Jesús. A primera vista este texto induce a entender que. quien era su madre biológica, pasaba a un segundo plano, el primero lo ocupan ’los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica’. Ya en la antigüedad san Agustín había comentado este texto. Su comentario se reduce a decir que más allá de la maternidad biológica -siendo tan relevante- escuchar la palabra de Dios y ponerla en práctica, lo que acerca a Jesús como una madre o unos hermanos. Y quien primero realizó esto fue María: ’hágase en mí según tu voluntad’, dijo al ángel ante su propuesta ’imposible’ de maternidad. Antes de la maternidad biológica, fue madre por ’escuchar la palabra de Dios y ponerla en práctica’: de esta maternidad depende aquella. Escuchó la palabra de Dios, que cambió su vida. E hizo de esta vida lo que le pedía Dios. En medio, incluso de situaciones imprevistas, que, como dice Lucas, no entendió, pero ’las guardaba meditándolas en su corazón’: nacimiento miserable de Jesús; y palabras de esté diciéndoles: ’¿por qué me buscáis no sabíais que tenía de ocuparme de las cosas de mi padre?’.

Estamos unidos a Dios como una madre a sus hijos, como a un hermano, cuando, estamos abiertos a su palabra y la ponemos en práctica. Escuchar su palabra exige abrir nuestro interior, nuestro corazón, para que se mueva al ritmo del corazón de Dios. Y de ese corazón surja nuestro vivir. Como hizo María.

Fray Juan José de León Lastra
Convento de Santo Domingo (Oviedo)

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