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Posponen el futuro
Se niegan a renovar el modelo político, necesitan conservar su parcela de poder, la facultad de corromper y corromperse con impunidad

Diciembre 01, 2014
17:19 hrs.
Política ›
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Debiera mostrar entusiasmo por la propuesta sobre justicia y legalidad de EPN, presidente constitucional, pero la referencia para comprender las necesidades civiles y políticas que requieren satisfacerse para, en serio, transformar México y moverlo, está en el último texto de Diego Valadés publicado en Reforma.
Se trata de “renovar el poder”; es decir, se requiere transformar el modelo político y, con él, modificar las actitudes y aptitudes de quienes estarían encargados de dar un renovado aliento, ético e incluso moral, a la manera de oficiar la administración pública en todos sus ámbitos.
El primer paso, quizá, es dejar atrás los eufemismos y el autoelogio, para dar la verdadera dimensión a la tarea que debe emprenderse. En México se esfuerzan por confundir alternancia con transición y, lo padece la sociedad, las consecuencias de 12 años de panismo sólo aumentaron el lastre acumulado durante muchos sexenios de posponer los verdaderos, los auténticos cambios que se necesitan para transformar el oficio del poder.
¿Qué convirtió a Adolfo Suárez en la figura emblemática de la transición española? Comprendió el momento, su circunstancia y a ellos se ajustó, para dar cauce a una renovación total del poder, después de 37 años de dictadura.
Pilar Urbano, historiadora y novelista, recupera para los interesados en los cambios políticos, algunas observaciones sobre lo que ocurrió en España a la muerte de Francisco Franco, que muy bien puede servir de referente para lo que ahora nos atañe:
“Le tesis de Herrero de Miñón, que ponía en manos del rey la facultad de consultar al pueblo en directo, sin necesidad del <> previo de las Cortes, estaba llamada a prosperar en aquella coyuntura. En su día, 1976, se clavó en la Ley para la Reforma Política. Fue coercitivamente tan útil que, cuando los procuradores y consejeros del viejo régimen se resistían a votar su autoliquidación, entendieron que el Rey venía a decirles <>.
No existía la Constitución y el monarca tenía, de modo excepcional, el poder soberano de convocar <>. Los procuradores franquistas, sin más disyuntiva que la barricada o el haraquiri, optaron por la muerte digna y dieron paso a la nuevo”.
Acá el problema consiste en que nadie quiere ceder sus parcelas de poder, todos están atrincherados y empeñados en conservar, contra viento y marea, las facultades políticas y los privilegios económicos, la opción de corromper y corromperse y la garantía de impunidad, que consideran sus atribuciones por derecho propio.
No existía la Constitución y el monarca tenía, de modo excepcional, el poder soberano de convocar <
Acá el problema consiste en que nadie quiere ceder sus parcelas de poder, todos están atrincherados y empeñados en conservar, contra viento y marea, las facultades políticas y los privilegios económicos, la opción de corromper y corromperse y la garantía de impunidad, que consideran sus atribuciones por derecho propio.
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