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’Muchos quisieron ver lo que vosotros veis’
Ojos abiertos y oídos atentos
La Palabra de Dios
Martes 01 diciembre 2020
Primera lectura
Is 11, 1-10
En aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé,
un vástago florecerá de su raíz.
Sobre él se posará el espíritu del Señor,
espíritu de sabiduría e inteligencia,
espíritu de consejo y fortaleza,
espíritu de piedad y temor de Dios.
No juzgará por apariencias,
ni sentenciará de oídas;
defenderá con justicia al desamparado
y con equidad dará sentencia al pobre;
herirá al violento con el látigo de su boca,
con el soplo de sus labios matará al impío.
Será la justicia su ceñidor,
la fidelidad apretará su cintura.
Habitará el lobo con el cordero,
la pantera se echará con el cabrito,
el novillo y el león pacerán juntos
y un muchachito los apacentará.
La vaca pastará con la osa
y sus crías vivirán juntas.
El león comerá paja con el buey.
El niño jugará sobre el agujero de la víbora;
la creatura meterá la mano en el escondrijo de la serpiente.
No harán daño ni estrago
por todo mi monte santo,
porque así como las aguas colman el mar,
así está lleno el país de la ciencia del Señor.
Aquel día la raíz de Jesé se alzará
como bandera de los pueblos,
la buscarán todas las naciones
y será gloriosa su morada.
Palabra de Dios
Te alabamos, Señor
Salmo Responsorial
Sal 71, 2. 7-8. 12-13. 17
R. (cf. 7) Ven, Señor, rey de paz y de justicia.
Comunica, Señor, al rey tu juicio
y tu justicia, al que es hijo de reyes;
así tu siervo saldrá en defensa de tus pobres
y regirá a tu pueblo justamente.
R. Ven, Señor, rey de paz y de justicia.
Florecerá en sus días la justicia
y reinará la paz, era tras era.
De mar a mar se extederá su reino
y de un extremo al otro de la tierra.
R. Ven, Señor, rey de paz y de justicia.
Al débil librará del poderoso
y ayudará al que se encuentra sin amparo;
se apiadará del desvalido y pobre
y salvará la vida al desdichado.
R. Ven, Señor, rey de paz y de justicia.
Que bendigan al Señor eternamente
y tanto como el sol, viva su nombre.
Que sea la bendición del mundo entero
y lo aclamen dichoso las naciones.
R. Ven, Señor, rey de paz y de justicia.
Aclamación Antes del Evangelio
R. Aleluya, aleluya.
Ya viene el Señor, nuestro Dios, con todo su poder
para iluminar los ojos de sus hijos.
R. Aleluya.
Evangelio
Lc 10, 21-24
En aquella misma hora, Jesús se llenó de júbilo en el Espíritu Santo y exclamó: ’¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! ¡Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien! Todo me lo ha entregado mi Padre y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar’.
Volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: ’Dichosos los ojos que ven lo que ustedes ven. Porque yo les digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron’.
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús
Reflexión del Evangelio de hoy
Está lleno todo el país del conocimiento de Dios
Isaías, por tercera vez, anuncia la llegada del Mesías, el nuevo David que salvará a su pueblo del pecado y su corrupción, e iniciará una nueva era, ’la paz mesiánica’. Proclamada en el tiempo de Adviento y en las tristes circunstancias en la que el mundo se encuentra, la Palabra de Dios nos invita a la esperanza.
No se trata solo de una espera ilusionada o de un simple anhelo de tiempos mejores, sino que el propio Dios, por boca de Isaías, está anunciando una nueva realidad donde lo imposible se hace evidencia tangible.
El renuevo de quien nos habla Isaías no es otro que Jesús, el Hijo de Dios, que, lleno del Espíritu, hace ’nuevas’ todas las cosas, recrea un nuevo concepto de justicia, plantea un horizonte revolucionario de Salvación, un ámbito de amor en el que Dios pueda reinar.
Muchos quisieron ver lo que vosotros veis
Los 72 discípulos que Jesús había enviado a predicar llegaban llenos de alegría por el éxito de su predicación. Lucas nos refiere que fue un momento de muy especial presencia del Espíritu Santo en la naciente comunidad y Jesús, lleno de esa alegría inefable, agradece al Padre esta revelación.
Solo el Espíritu Santo hace nacer y, sobre todo, mantener la esperanza aun en tiempos difíciles. Nos hace descubrir lo que la simple mirada o el docto entendimiento no logran. Como decía Saint-Exupery en ’El principito’, lo esencial es invisible a los ojos. Jesús ha venido precisamente a llenar con la luz de la fe a un mundo oscurecido por un mal endémico arraigado en el corazón de los hombres. No pocas veces reprochó esta ceguera a escribas y fariseos, echándoles en cara su responsabilidad para con el pueblo al que ’guiaban’.
A este nuevo modo de ’ver’ nos invita el Señor en el Adviento. No se trata de esperar sin más, sino de una esperanza activa, vigilante, comprometedora. Sin esta actitud, la Estrella no nos guiará a Belén, ni veremos con los ojos iluminados por el Espíritu la Epifanía del Señor, del Enmanuel. Solo ’los limpios de corazón’ pueden ’ver’ a Dios.
Buen ejemplo de esta actitud es el beato fray Juan de Vercelli, cuya memoria celebra hoy la Orden de Predicadores. Vivió en el siglo XIII y fue ejemplo de santidad de vida y predicación, siendo uno de los grandes impulsores de la devoción al Dulce Nombre de Jesús.
’La Navidad debería ser un tiempo de amnistía para toda mentira, de restañamiento de heridas, de nueva siembra de las viejas esperanzas. Es un tiempo en que todos deberíamos volvernos más jóvenes, estirar la sonrisa, serenar el corazón, descubrir cuan amados somos sin apenas enterarnos, amados por Dios, amados por tantos conocidos y desconocidos amigos’
(José Luis Martín Descalzo ’Razones para el amor’)
D. Carlos José Romero Mensaque, O.P.
Fraternidad ’Amigos de Dios’ de Bormujos (Sevilla)
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