Ernesto Salayandía García | Divergencias Informativa

De adicto a ADICTO

¿Miedos de que tus hijos caigan en adicciones?

Ernesto Salayandía García

¿Miedos de que tus hijos caigan en adicciones?
Julio 17, 2021 20:28 hrs.
Salud ›
Ernesto Salayandía García › Divergencias Informativa

Crisis económica, ausencia de valores, carencia de códigos educativos y de ética, malos ejemplos, herencias nefastas, emocionales y genéticas, mala comunicación, poca convivencia, amistades tóxicas, costumbres equivocadas, influencias cibernéticas y de medios, identidades y personalidades falsas, apatía, otros factores palpables, ponen en riesgo a la gran mayoría de las familias, no importa, si se es rico o pobre, indígena o menonita, de la clase media, baja o alta, no hay edad ni religión, esta enfermedad emocional agarra a todo el mundo por parejo, es una herencia genética que se ha venido trasmitiendo de una generación a otra, los niños nacen con una alta predisposición al alcoholismo y la neurosis, nacen con ansiedad, que es la gasolina de las adicciones, son candidatos a caer en las garras de la perra, maldita enfermedad perversa del alma, La Saliva del Diablo, crecen, estos adictos en hogares disfuncionales y han de romperse tuti la madona por sus nefastas conductas toxicas que no desaparecen en toda la vida, muchos de estos niños, de esta época, son nacidos para perder.

Sálvese quien pueda
Esta época, es extremadamente difícil en la convivencia humana, la tendencia es fracasar como matrimonio, hundirse en un hoyo, llegar al divorcio violento, por demás conflictivo, es alejarse de la paz y la armonía que se supone debe reinar en un hogar, se vive segundo a segundo, en pleitos, como perros y gatos, no hay respeto, ni comunicación sensata, la neurosis aflora, cometemos sendos errores, hiriendo, agrediendo todo el tiempo, dejando heridas profundas en nuestros seres cercanos, golpeamos, sabemos dónde golpear, somos lengua de ancha, entre hermanos, entre esposos y entre padres e hijos, sabemos que nuestra lengua pega fuertemente en la parte más sensible de quien queremos lastimar y en el otro extremo podemos ver una película pegados como muéganos, pero huecos, tendremos pocos momentos de amor profundo y excesivo, pero somos mecha corta, explotamos y enojados no medimos nuestras consecuencias, ni la magnitud de nuestras palabras y acciones, pero todo obedece a lo que señalo al principio de este párrafo, creemos tener todo el derecho de corregir a los demás y somos expertos en meternos en lo que no nos importa.

A que le tenemos miedo los padres
Miedo, a que los hijos fracasen, que abandonen la escuela, se pongan el uniforme del don nadie, del bueno para nada, del inútil, del fracasado, miedo a que la novia, o el novio, abuse de ellos, a que los utilice para beneficio personal, en lugar de novio, lo convierta en chofer, secretario particular, en el mensajero, lo lastime emocionalmente, por supuesto miedo a que, el vivales la embarace, después, como en la mayoría de los casos, le dé la espalda, hay miedo a que nuestros hijos salgan dañados, nos dan miedo las malas amistades que por su simple aspecto nos dicen en qué pasos andan, y por instinto, sufrimos cuando no sabemos dónde están nuestros hijos, cuando no responden al celular, estamos toda la madrugada con el Jesús en la boca, especulando que algo malo les sucedió. Por supuesto, pánico a que se conviertan en alcohólicos o drogadictos, adictos a la depresión y la pereza.- El miedo que también nos invade como padres, es que caigan en cualquier adicción de conductas toxicas,, que se pierdan en el juego, arruinen sus vidas, miedo a sus reacciones, a la soberbia que caracteriza a muchos adolescentes, no sabemos comunicarnos, no ponemos límites, no nos enfrentamos a nuestros hijos por miedo, es precisamente por miedo, que cometemos muchos errores, tenemos que recordar que detrás del miedo, no hay nada y debemos de fomentar una actitud positiva ante la vida.

Violencia engendra violencia
Muchos marihuanos que conozco han sido capaces de golpear a sus madres y a sus padres, se tornan intocables, irritables, insoportables, no se aguantan ni a sí mismos, son neuróticos en potencia, déspotas, indiferentes, groseros, altaneros, egocéntricos, solo piensan en ellos, no tienen el más mínimo sentido de responsabilidad ni de contribución, son merecedores, todo lo quieren peladito y en la boca, servido en charola de plata, y si no es así, el desfile de reproches, quejas y berrinches no se deja esperar, son expertos en dramatizar, en exagerar a su conveniencia las cosas, pero jamás aceptan su rol, debido a que carecen de humildad y de honestidad, son adolescentes conflictivos cuyo camino sin duda es el fracaso total, como pareja, como amigo, como estudiante, como trabajador, debido a su estructura mal encausada, muy lejos del respeto a ellos mismos y en sí a todo su entorno, y cuando un joven es rebelde, no se puede decirle sus verdades, porque es como si le echáramos gasolina a la hoguera, y lo que nunca se había visto, ahora se ve en muchas casas, estos niños marihuanos, dan de patadas en las espinillas a su mamá, retan a golpes a sus papás y son extremadamente violentos, la droga los trasforma en neuróticos intocables. Su pensamiento es cuadrado, sin ninguna posibilidad de que cedan. Confirmando que el hostigamiento, la represión, el obsesivo control, los tonos, las palabras ofensivas, el diálogo neurótico, no son buenos ingredientes para la relación entre padres e hijos.

No conozco ningún padre que quiera el mal para su hijo
Tuve una grata experiencia con un niño de siete años de edad, me inspiró mucha ternura, tenía dificultad en su lenguaje, la lengua no le respondía al ritmo de su mente, titubeaba y se trababa con lo que quería pronunciar, reflejaba tristeza, sus hombros caídos sus huesitos de la espalda, salidos, su vocecita bajita, desganado y ahí al lado de él, en mi estudio, sentados con mucha atención estaban sus padres, cuidando al hermanito que brincaba de un lado a otro, pude apreciar en las miradas de los papás, su dolor y frustración, pero a la vez, su esperanza en que su hijo tuviera alguna mejoría en su dicción, muy atentos a los ejercicios que empezamos a hacer, los padres se mostraban más que satisfechos con mi trabajo. En un tiempo muy breve, el niño mejoró su postura, ampliando su tórax, permitiendo que entrara más aire a sus pulmones, jugamos un poco con ejercicios de lengua y trabalenguas, una y otra vez, el niño y yo, nos ganábamos la aprobación de sus padres, palpé el amor y el interés que uno como padre busca para sus hijos y recordé muchas cosas, millones de cosas que mi padre hizo por mí y por mis hermanos, reflexioné también en que hago el mayor de mis esfuerzos por el bienestar de mis hijos, una clave es sembrar confianza en ellos mismos y permitir que crezca su autoestima.

He perdido muchos de mis miedos
Hace algunos años, mi actitud hacia mis hijos adolescentes de 14 y 16 años, era de fomentarla mis miedos, tuve tanta información, empezando por mi propia vida respecto a las drogas, conocí infinidad de historiales, testimonios de drogadictos y drogadictas, que me daba pavor que mis hijos consumieran cualquier sustancia, cometí el error de hostigarlos, cada madrugada en cuanto llegaban a casa los olía profundamente, husmeaba sus carteras y ropa, no estaba yo tranquilo, ni contento con sus amistades, mi mente generaba que se intoxicaban como yo, hasta el cansancio amenacé muchas veces, junto con mi mujer, a hacerles antidoping, nuestros diálogos eran neuróticos, controladores, autoritarios, de sobre protección, nos daba pavor que cayeran en el pantano profundo de las adicciones, yo podía leer el mensaje de muchos de sus amigos, incluso mis propios hijos me confiaban, este usa mota, esta usa cocaína, y yo seguía con mis miedos, entre más miedos, más pésima era mi comunicación.

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