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Opinión

Leona Vicario, Saltillo y Lucas Alamán en papel de ’machito de plazuela’

Rodolfo Villarreal Ríos

Leona Vicario, Saltillo y Lucas Alamán en papel de ’machito de plazuela’
Mayo 08, 2020 22:43 hrs.
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Los que nos dedicamos al estudio de la historia, mas temprano que tarde, terminamos por mostrar que acerca de ella tenemos un desconocimiento que por mucho supera a lo que sabemos. Bueno, al menos ese es el caso de este escribidor ya que hay otros ’todo terreno’ que no hay tópico sobre el que no quieran aparecer como eruditos. Lo referente a nuestra ignorancia amplia lo comentamos porque a raíz de nuestra colaboración anterior, una lectora amable y amiga muy estimada, Martha Eugenia Mendívil García, nos hizo un comentario acerca de que Leona Vicario tuvo como inquilino de la planta baja de su casa a Antonio López de Santa Anna. Si bien algo habíamos leído al respecto, poca atención le habíamos dado. Ante ello, nos fuimos a buscar información y en el camino empezamos a paliar nuestra ignorancia sobre la vida de María de la Soledad Leona Camila Vicario Fernández de San Salvador. Por supuesto que no pretendemos aparecer, de súbito, como expertos en el tema, ya habrá muchos encaminados en ese sentido ahora que el 2020 ha sido designado el año de Leona Vicario. En este escrito nos concretaremos a dar un breve repaso sobre su participación en el movimiento de independencia, como a nuestros paisanos les dio por homenajearla y la carta que doña Leona le envió a Lucas Alamán cuando a este le salió lo ’machito.’ Pero como dijo aquel, ’vayamos por partes.’
Mientras buscábamos información sobre el tema, nos encontramos el libro ’Leona Vicario. Heroína Insurgente,’ publicado, en 1910, bajo la firma de Genaro García Valdés un zacatecano de origen quien fuera abogado, político, historiador, bibliófilo y director del Museo Nacional de Historia, Arqueología y Etnología. A lo largo de la pieza, García Valdés nos va narrando como se dio la vida de ese personaje. Contrariamente a lo que se estilaba en aquella época, los padres de Leona, Gaspar Martín Vicario y Camila Fernández de San Salvador y Montiel, estimaban que educarse era algo más que ’aprender de memoria el Catecismo de la Doctrina Cristiana; á leer de corrido y mal escribir; a bordar con chaquira, pero no á coser, porque no habían de mantenerse de la costura; á comer con limpieza; vestir á la moda; andar de manera airosa; bailar campestres, boleros, contradanzas y valses, y á tocar y cantar un poco y no bien. Hay que convenir en que con esto tenían bastante, y aún en que les salía sobrando la lectura y la escritura…’ Por ello, la acercaron al conocimiento intelectual, lo cual no le fue impedimento para que practicara sus creencias religiosas. Con ese bagaje cultural, y una herencia de 107 mil pesos, pudo enfrentar, a los 18 años, la orfandad cuando quedó bajo el cuidado de su tío, Agustín Pomposo Fernández de San Salvador y Montiel. En ese contexto, contrario a la mayoría de las mujeres de su época, se preocupó por ’cultivar las bellas artes, las ciencias y la literatura.’
Como sucede siempre con las personas que se adentran en el estudio, doña Leona pudo colocar en un sitio su fe católica, era devota de las vírgenes de los Remedios y la de Guadalupe, y en otro el conocimiento puro y el cuestionamiento a la situación imperante. Nada de esto la alejó de los asuntos sentimentales. Primero, estuvo comprometida con Octaviano Obregón, un abogado miembro de una de las familias mas prominentes de Guanajuato, emparentada con los Condes de la Valenciana, y que además tenia el cargo de ’Oidor Honorario de la Real Audiencia de México la cual tenia un poder casi tan grande como el de los virreyes y se hacia cargo del virreinato cada vez que vacaba por promoción o muerte de ellos.’ Así que no era poca cosa el poseedor del corazón de doña Leona. El susodicho, sin embargo, se involucró en la intentona de los criollos en 1808 y tuvo que partir a España en donde tuvo una actuación destacada en las Cortes, mientras que en México su amada ya había volteado a ver eso de los asuntos de la independencia.
En ese giro, se le atravesó un joven abogado yucateco, Andrés Quintana Roo quien laboraba en el despacho del tío de doña Leona y, ante la tardanza de aquel que construía carrera política en España, pues la llama amorosa se extinguió y la joven empezó a ver con algo más que ojos de amistad a quien estaba cerca de ella y además coincidía con su perspectiva sobre la independencia del país. Y vaya que aquello prendió al grado de que la relación sentimental pudo mantenerse en paralelo a la participación de la lucha independentista. Cuando don Andrés se fue a unir a dicho movimiento, doña Leona acabó convertida en una ferviente seguidora de este. ’Escribía constantemente á los jefes de la revolución para alentarlos en su empresa con frases de fogosa simpatía; para remitirles impresos contrarios al Gobierno Virreinal, que, según el Oidor Berazueta, encerraban más veneno que letras tenían, y para ponerlos al tanto de cuantas disposiciones dictaban en su contra las autoridades supremas realistas: con varias de las noticias que adquirió á costa de muchos riesgos y dinero… Escribía también á Andrés, pero no para hablarle de amores, sino para tratar de la Independencia…, puso siempre á la Patria sobre todas las cosas, aun sobre su mismo amor: por esto exigió á Andrés, para corresponderle, que luchara en favor de la independencia. [En igual forma se comunicaba con] algunas esposas de los insurgentes, a fin de comunicarles noticias tranquilizadoras acerca de sus deudos.’ Es importante comentar que todo ese servicio de comunicación fue establecido por Vicario cubriéndolo de su peculio. Pero además de ello, mandó fabricar fusiles y cañones y ’socorría á los presos por causa de la insurrección; cubría el valor de las armas, municiones y gastos de viaje de los jóvenes que mandaba á los campos de la guerra, y sostenía en la capital á las familias de los armeros vizcaínos que asimismo había enviado allá.’ Todo aquello implicaba un riesgo mayúsculo y eso se demostró cuando fue descubierto el sistema de correo implantado por doña Leona.
A mediados de febrero de 1813, dio inicio la persecución y, alertada oportunamente de que sería apresada, pudo huir durante un tiempo en donde se alojó en chozas humildes por los rumbos de San Antonio Huixquilucan en Tacuba. En medio de la escapada, su tío supo lo que aquello implicaba y tras de localizarla y enviar por ella, aprovechando su influencia como realista convencido que era, solicitó y obtuvo el indulto para la insurgente, mismo que esta rechazó hasta que fueron y la convencieron de que podía regresar sin tener que aceptarlo. Al retornarla, don Agustín Pomposo no tardó más de un día en llevarla al Colegio de Belén en donde la dejó en calidad de reclusa forzada. Ahí, el 17 de marzo iniciaron los interrogativos demandándole que explicara el contenido de las misivas y delatara a quienes estaban dirigidas en clave. Durante más de un mes, en ocasiones diversas, los resultados fueron los mismos, nada de mencionar quienes eran los involucrados. Ante eso, Leona empezó a planear la huida de aquel sitio, lo cual consiguió con el apoyo de los insurgentes quienes la ocultaron por un buen tiempo en la capital hasta que la vigilancia disminuyó y, disfrazada de ’negra haraposa’ pudo salir hasta llegar a Oaxaca en donde se encontraba su prometido don Andrés al lado del generalísimo Morelos y Pavón elaborando el Acta de la declaración de la independencia de la América septentrional. Para finales de 1813, Quintana Roo y Vicario se unieron en matrimonio y su ’luna de miel’ la pasaron en medio de las campañas de Morelos en contra de los realistas. Tras el asesinato de este, Andrés y Leona continuaron en la lucha hasta que, en marzo de 1818, ella es aprendida y tuvieron que hacer una petición conjunta de indulto, mismo que les fue concedido con la condición de que se fueran a España. Para entonces, el gobierno virreinal ya había incautado los bienes de Vicario y a la pareja no les quedó sino vivir en la miseria en Toluca, sin poder salir del país por carecer de fondos para hacer el viaje. Tras de la consumación de la independencia, doña Leona, en agosto de 1823, decidió demandar la restitución de sus bienes y en diciembre de ese año, ’los miembros del Soberano Congreso… aprobaron unánimemente…, que le fuesen pagados el capital impuesto sobre el Consulado de Veracruz y los intereses insolutos, con una finca nacional, igual en valor [que dio como resultado] un saldo de ciento doce mil pesos á favor de Leona, en pago de los cuales el Supremo Gobierno le cedió la hacienda de labor, de pulque y de ganado, llamada Ocotepec, sita en los llanos de Apan, que reportaba un gravamen de ochenta y siete mil noventa y cinco pesos, y las casas ubicadas en la Capital, números 2 de la 3.a calle de Santo Domingo [ubicada en la esquina de lo que hoy son las calles de Republica de Brasil y Republica de Colombia] y 9 y 10 de la de Cocheras, que reconocían diez y seis mil pesos.’ Así quedaba entre el grupo de las heroínas de la patria, merecedora de reconocimientos.
Uno de ellos, llegaría en 1827 cuando, en Saltillo, el Congreso del Estado de Coahuila y Texas emitió un decreto, el 2 de noviembre, mediante el cual se ’disponía que la villa del Saltillo se denominara en lo de adelante ciudad de Leona Vicario…’ Sin embargo, cuando fue remitido para la firma del gobernador, José María Viesca y Montes, este lo regresó al Congreso ya que de acuerdo con la Constitución local solamente estaba permitido hacer homenajes a personajes fallecidos. Los miembros de la Legislatura no estuvieron de acuerdo ya que en ningún momento la disposición dictaba impedimento alguno para honrar a los que aun vivían y ratificó el decreto retornándoselo igual al gobernador ’quien tuvo que promulgar solemnemente el decreto y que circularlo, porque el artículo 103 de la Constitución local le prohibía hacer observaciones, dos veces, á un mismo decreto. [Al parecer,] la promulgación se verificó el 15 de noviembre de 1827. El 29 de febrero de 1828, al enterarse de ello, recordemos que entonces no había ni internet, ni redes sociales, doña Leona envió una misiva indicando que ’mi gratitud á tan ilustre corporación por la gloria inmortal que sin mérito había concedido a mi nombre, aprobándolo como denominación específica á la benemérita ciudad del Saltillo…. No quiero retardar ni un instante el cumplimiento del mismo deber que me impone la concesión de una gracia tanto más apreciable y lisonjera cuanto menos merecida.’ Si bien doña Leona sabía responder con delicadeza a los corteses, cuando algún patán se atravesaba en su camino podía utilizar el fuete en el lenguaje. Ese fue el caso con aquel que, en el futuro, postrado ante la pata de palo y las cinco uñas, se convertiría en el ideólogo de Antonio López de Santa Anna, el guanajuatense Lucas Ignacio Alamán y Escalada quien como ’machito’ de plazuela se lanzó en contra de Vicario.
El 14 de marzo de 1831, Alamán publicó en el Registro Oficial que ’Leona había recibido casas y haciendas en pago de unos créditos, merced á cierto heroísmo romanesco, que el que sepa algo del influjo de las pasiones, sobre todo en el bello sexo, aunque no haya leído á Madame de Stael, podrá atribuir á otro principio menos patriótico.’ Esto era un insulto de bajeza amplia ya que Anne Louise Germaine de Staël-Holstein si bien fue una figura intelectual muy importante durante la Revolución Francesa, también fue conocida por sus correrías amatorias. Lo que Lucas, el ’machito,’ buscaba era presentar a ’Leona como á una mujer vulgar que abandona su casa para seguir á un amante, y pide luego una recompensa por su liviandad.’ Eso nos lleva a pensar que fue ese mismo sujeto quien inventó otras bajezas en contra de Vicario. Nunca el ’machito’ de origen guanajuatense podría aceptar que una mujer nativa de su mismo estado lo superara.
De la respuesta, vale tomar literalmente algunos párrafos para apreciar como doña Leona poesía mas redaños que el padre del conservadurismo mexicano a quien le escribía: ’Mi objeto en querer desmentir la impostura de que mi patriotismo tuvo por origen el amor, no es otro que el muy justo deseo de que mi memoria no pase á mis nietos con la fea nota de haber yo sido una atronada que abandoné mi casa por seguir á un amante. Me parece inútil detenerme en probar á V. lo contrario, pues además de que en mi vindicación hay suficientes pruebas, todo México supo que mi fuga fue de una prisión, y que esta no la originó el amor, sino el haberme apresado á un correo que mandaba yo á los antiguos patriotas. En la correspondencia interceptada, no apareció ninguna carta amatoria, y el mismo empeño que tuvo el gobierno español para que yo descubriera á los individuos que escribían con nombres fingidos, prueba bastantemente que mi prisión se originó por un servicio que presté á mi patria. Si el amor cree V. que fué el móvil de mis acciones, ¿qué conección pudo haber tenido éste con la firmeza que manifesté, ocultando, como debía, los nombres de los individuos que escribían por mi conducto, siendo así que ninguno de ellos era mi amante? Confiese V., sr. Alamán, que no sólo el amor es el móvil de las acciones de las mugeres: que ellas son capaces de todos los entusiasmos, y que los deseos de la gloria y de la libertad de la patria, no les son unos sentimientos estraños; antes bien suele obrar en ellas con más vigor, como que siempre los sacrificios de las mugeres, sea el que fuere el objeto ó causa por quien los hacen, son más desinteresados, y parece que no buscan más recompensa de ellos, que la de que sean aceptados. Si M. Stael atribuye algunas acciones de patriotismo en las mugeres á la pasión amorosa, esto no probará jamás que sean incapaces de ser patriotas, cuando el amor no las estimula á que lo sean. Por lo que á mí toca, sé decir que mis acciones y opiniones han sido siempre muy libres, nadie ha influido absolutamente en ellas, y en este punto he obrado siempre con total independencia, y sin atender á las opiniones que han tenido las personas que he estimado. Me persuado que así serán todas las mugeres, esceptuando á las muy estúpidas, y á las que por efecto de su educación hayan contraído un hábito servil. De ambas clases también hay muchísimos hombres.’ Y eso no era todo.
Le restregaba que ’en todas las naciones del mundo, ha sido apreciado el patriotismo de las mugeres: ¿por qué, pues, mis paisanos, aunque no sean todos, han querido ridiculizarlo como si fuera un sentimiento impropio en ellas? ¿Qué tiene de estraño ni ridículo el que una mujer ame á su patria y le preste los servicios que pueda para que á es tos se les dé, por burla, el título de heroismo romanesco? Si ha obrado V. con injusticia atribuyendo mi desicion por la patria á la pasión del amor, no ha sido menor la de creer que traté de sacar ventaja de la nación en recibir fincas por mi capital. Debe V. estar entendido, sr. Alamán, que pedí fincas, porque elcongreso constituyente, á virtud de una solicitud mía para que se quitara al consulado de Veracruz toda intervención en el peage, porque no pagaba réditos, contestó: que el dinero del peage lo tomaba el gobierno para cubrir algunas urgencias y que yo podía pedir otra cosa con que indemnizarme, porque en mucho no podrían arreglarse los pagos de réditos. ¿Qué otra cosa, que no fueran fincas, podía yo haber pedido? ¿ó cree V. que hubiera sido justo que careciera enteramente de mi dinero al mismo tiempo que tal vez servía para pagar sueldos á los que habían sido enemigos de la patria?’ Como era de esperarse, el machito de plazuela no respondió. La historia colocó a cada uno en el lugar que le correspondía.
El 21 de agosto de 1842, fallece María de la Soledad Leona Camila Vicario Fernández de San Salvador. A sus funerales acudió a rendirle honores, en uno de los pocos actos encomiables que haya tenido en su vida, Antonio López de Santa Anna quien, para desgracia de México, por sexta vez ocupaba el cargo de presidente de la república. Cuatro días después de la defunción de doña Leona, el Congreso de la Unión la declaró Benemérita y Dulcísima Madre de la Patria. No se volverían acordar de ella hasta ahora que 2020 fue declarado Año de Leona Vicario. Y luego dicen que la historia no tiene requiebros circulares. Dada nuestra ignorancia amplia, solamente una pregunta nos queda por hacerle a los eruditos: ¿Cuándo a los paisanos saltillenses les entró el arrepentimiento y le quitaron el nombre de Ciudad Leona Vicario a lo hoy conocemos como Saltillo? vimarisch53@hotmail.com
Añadido (1) Mientras que, en los EUA, durante marzo, 30 millones de personas perdieron su empleo, nuestros paisanos fueron capaces de enviar a México una cifra récord de divisas, 4,016.12 millones de dólares, que representaron un 35.8 por ciento más que en marzo de 2019. ¿Eso significa que a ellos poseen una protección especial ante la crisis o que nuestro amigo economista tiene razón con su hipótesis?
Añadido (2) Allá en los tiempos de priísmo, nunca faltaba alguno que acostumbraba a recordarle a su superior que ni se la creyera porque bastaban dos minutos para retornarlo a su condición de mortal simple. Los inteligentes escuchaban, los otros se molestaban y le aumentaban la velocidad al volantín hasta que la cadena se zafaba y terminaban dándose un santo porrazo que los volvía a la realidad convertidos en nada. Al parecer, hoy en día, ya no hay de los primeros, mientras que los segundos abundan como hongos en época de lluvias.
Añadido (3) Mala semana para la familia del expresidente estadounidense, Barack Hussein Obama. Ya se supo que nunca existió la intervención rusa en la elección de 2016 y la colusión supuesta del general Michael Thomas Flynn. El documental de la señora Obama en Netflix no entusiasmó a nadie. Para acabarla de fastidiar, el gobierno de México anda solicitando que le expliquen como estuvo aquello del tráfico de armas realizado, entre 2009 y 2010, al amparo del programa ’Fast and Furious,’ que terminó en un verdadero fiasco. ¿Tendrá todo esto que ver con los flirteos de la dama por acompañar como vicepresidenta al casi candidato demócrata, Joseph Robinette Biden Jr.?

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