Carlos Ravelo Galindo |
diarioalmomento.com
En las Nubes
La ternura
Carlos Ravelo Galindo

Mayo 31, 2014
22:18 hrs.
Política ›
Carlos Ravelo Galindo › diarioalmomento.com
La Universidad Anáhuac llevó a un grupo de 60 de sus alumnos al continente africano para, durante quince días, realizar obras pías. Estarán en Kenya, capital de Nairobi y Nakuro, población cercana. Entre ellos va doña Ximena Guadalupe, nuestra nieta, hija de Martita y Jorge. Lo evoco, por lo que ocurrió, durante un mes de voluntariado, en las vacaciones de un verano en el continente africano hace años, muchos años: “Cuando llegamos a Nairobi (Kenya), nos preguntábamos cómo nosotros, inexpertos universitarios, podríamos ayudar en aquella África sucia, polvorienta y calurosa. Quizá arreglar tejados, pero no teníamos experiencia en construcción. Quizá pintar un colegio, pero no sabíamos de pintura. Lo que sí teníamos claro era nuestra intención de darnos totalmente a los demás. Sin embargo, recibiríamos mucho más de lo que lográramos dar: Tuvimos la suerte de entrar en contacto con el Tercer Mundo a través de un alojamiento para niños moribundos de las Hermanas de la Caridad en Nairobi. Entramos en aquella casucha, un tugurio sin muebles, con poca luz. Contrastaban las hamacas llenas de niños enfermos y lloriqueando, con los limpísimos trajes talares blancos y azules de las Hermanas de la Caridad, que rebosaban alegría. Yo me quedé bloqueado, en mitad de la habitación. Nunca había visto nada así. Mis compañeros universitarios se esparcieron por las estancias, con las distintas monjas, que requerían su asistencia. Una hermana me preguntó en inglés:-¿Has venido a mirar o quieres ayudar? Sorprendido por tan directa pregunta y en estado de sopor, balbuceé: A ayudar ¿Ves a ese niño que allí, el del fondo llora? Ese que llora desconsoladamente, pero sin fuerza. Sí, ése (le dije señalándolo). Bien, tómalo con cuidado y tráelo. Lo bautizamos ayer. Lo noté con una fiebre altísima. El niño tendría un par de años. Ahora tómalo y dale todo el amor que puedas… No entiendo… expresé. Que le des todo el cariño de que seas capaz, a tu manera. Y me dejó con el niño. Le canté, lo besé, lo arrullé. Y dejó de llorar, me sonrió, se durmió. Al cabo de un rato, busqué llorando a la hermana: Hermana: no respira. La monja certificó su muerte: Ha muerto en tus brazos… Y tú le has adelantado quince minutos con tu cariño el amor que Dios le va a dar por toda la eternidad. Entonces entendí tantas cosas: el cielo, el amor de mis padres, el amor de Jesús, los detalles de afecto de mis amigos… Mi viaje a Kenya supuso un antes y un después en mi vida. Ahora sé lo que todos tenemos a nuestro alrededor para dar amor cada día. “Voy a pasar por la vida una sola vez. Cualquier cosa buena que yo pueda hacer o alguna amabilidad que pueda hacer a algún humano, debo hacerlo ahora, porque no pasaré de nuevo por ahí”. Con el tiempo, esa hermana llegaría a ser simplemente la Madre Teresa de Calcuta.
craveloygalindo@yahoo.com.mx
Ver más