Octubre 15, 2014
08:48 hrs.
Política ›
Salvador Flores Llamas/ › todotexcoco.com
Fernando Gutiérrez Barrios fue ícono del combate a los movimientos subversivos en México, llamado la “guerra sucia” de los 60 y 70 por la izquierda, de donde surgieron muchos líderes de ésta.
De los actos que dejaron huella fue su trato en México con Fidel Castro y amigos. Los detuvo para interrogarlos y deportarlos a petición del dictador Fulgencio Batista, a quien finalmente derrocaron, mas por instrucciones superiores, incluso del general Lázaro Cárdenas, los ayudó a prepararse, armarse y partir a Cuba a consumar su propósito el 31 de diciembre de 1958.
Eso selló una gran amistad con Fidel, quien le llamó “el policía caballero”.
En contraste, D. Fernando colaboró con la CIA con la clave de Litempo-4, como los presidentes Díaz Ordaz y Echeverría; capturó a enemigos del gobierno de EU y esclareció la estancia en México, tras su viaje a Cuba, de Lee Harvey Oswald, el asesino de John F. Kennedy.
Algo casi desconocido: ayudó a regenerarse a varios guerrilleros mexicanos, como René Arce y su hermano Víctor Hugo Círigo; tras capturarlos, los invitó a prepararse para dar la pelea política sin renegar de su ideología de izquierda. Como a René (Nahum Círigo) les costeó estudios en el extranjero.
Capitán del Ejército de carrera, ingresó joven a la policía política, la temida Dirección Federal de Seguridad, aparato oficial de inteligencia y combate al narco, y la dirigió en el sexenio de Díaz Ordaz; luego fue subsecretario de Gobernación, encargado de ese rubro, formó a muchos policías y armó un valiosísimo archivo con millones de fichas personales que lo hicieron muy temido, por aquello de “información es poder”.
Retirado de ese campo, De la Madrid lo nombró director de Caminos y Puentes Federales, cuya sede mudó del DF a Cuernavaca, y en 1986 fue postulado a gobernador de Veracruz; duró 2 años, pues el 1 de diciembre de 1988 pasó a secretario de Gobernación de Salinas de Gortari.
Por oponerse a la reforma constitucional que dio personalidad jurídica a las iglesias, por su aspiración presidencial y chocar con los tecnócratas y con el poderoso Córdova Montoya, su acérrimo enemigo, el 3 de enero de 1993 dejó el cargo a Patrocinio González Garrido, gobernador de Chiapas y primo hermano político de Salinas.
1. Fernando hizo muchos alumnos en su trayectoria, entre ellos al hoy líder legislativo Manlio Fabio Beltrones, que de ser su subsecretario en Bucareli, fue lanzado a gobernar Sonora, tras haber sido secretario de gobierno de su antecesor Rodolfo Félix Valdés.
Zedillo lo sacó de su retiro político, le encargó la primera elección interna del candidato presidencial del PRI en 1998, que ganó Labastida Ochoa, el priísta derrotado por Vicente Fox. Se dijo que D. Fernando sería el primer Secretario de Seguridad Pública de éste, pero murió el 30 de octubre de 2000 de 73 años, a sólo dos meses de ser senador del PRI y antes de la toma de posesión aquel supuesto panista
Un día como titular de Gobernación adelantó el acuerdo a un funcionario, ante la tardanza de unos líderes campesinos que amenazaban con paralizar el DF al otro día, y había citado.
Cuando el secretario particular anunció que habían llegado, el funcionario del acuerdo le dijo que después volvería; pero D. Fernando le pidió que lo esperara allí en el despacho, se quedó a un lado y atestiguó la entrevista.
Orondos y prepotentes los citados revisaron parsimoniosamente, de pe a pa, la oficina sin hacer caso al secretario, quien invitaba a “mis amigos a tomar asiento”.
Hasta que les vino en gana se sentaron, no sin aclararle que no eran sus amigos y habían acudido para que les resolviera sus justas peticiones.
“Estoy enterado que usted es de Chihuahua”, dijo a uno, “su gobernador está al teléfono, se compromete a resolverle las demandas que sean justas” El aludido se burló y respondió: “ya salió lo que esperaba, puras promesas para que regrese y el gobernador ni caso volverá a hacerme. Por lo visto, usted tampoco sirve para nada”.
Pasó lo mismo con los otros, de Zacatecas, Puebla y Oaxaca, y los cuatro se pararon al unísono, mientras uno le espetaba: “ya sabíamos que nomás nos iba a querer engatusar, darnos atole con el dedo y hacer perder el tiempo. Ya verá mañana cuando paralicemos esta ciudad”, y se dirigieron a la salida.
1. Fernando les dijo: “esperen por favor, quiero que entiendan que, como encargado de la gobernabilidad del país, no puedo permitir que realicen su marcha. Siéntense, por favor, platiquemos y encontremos las soluciones”.
Ellos seguían conchudamente hacia la salida. Entonces, dio un manotazo en el escritorio y dijo: “Ya basta, cabrones; no entienden por las buenas, pues de aquí no saldrán hasta que resolvamos el acertijo; se me sientan porque se sientan”.
(Mientras, entraban por la puerta elementos de seguridad).
Así por la buena, los rijosos no tuvieron sino volver y sentarse; él sacó de su escritorio cuatro carpetas y preguntó: “¿Quién es el primero que desee le haga efectivos todos sus antecedentes policíacos, pues sus fichas están muy nutridas?” (y blandió los expedientes).
Los cuatro enmudecieron.
Increpó a otro; “¿A ver si usted es más hombrecito que su amigo?”. Pero no recibió repuesta, ni del tercero ni del cuarto.
Entonces se irguió el secretario y los despidió: “Ya pueden irse, cobardes; mañana nos veremos en su manifestación”.
Se quedaron estupefactos e inmóviles: “Ya no me hagan perder el tiempo, descastados, váyanse a preparar su marcha, a ver de qué cuero salen más correas”.
Con la cola entre las patas iban hacia la puerta, haciéndose remolones para ver si les daba otra oportunidad de arreglarse con él. Pero les gritó “O se van, o los mando arrestar”, al tiempo que los guardias hicieron ademán de detenerlos; él los paró y llamó al funcionario que lo esperaba, a reanudar su acuerdo…
Gutiérrez Barrios mostró así sus dos manos; la de plata y la hierro, después de 22 años del 2 de octubre y a 24 de ahora, cuando no debe desperdiciarse este ejemplo para frenar a quienes chantajean a la autoridad.
De gobernador gustaba caminar por las calles de Jalapa, pueblos y ciudades veracruzanas, sin escolta, y saludar a la gente por si quería hacerle quejas y peticiones, pues –decía- es mejor conocer sus problemas de primera mano y evitarle trámites engorrosos y laberintos burocráticos.
Un día, al recibir una lista de peticiones, dijo a sus colaboradores: “si la ciudadanía dice que es de noche, aunque sea de día, es hora de que el gobernante encienda las luces”.
A sus cuerpos de seguridad le repetía: “actúen con firmeza, pero nunca fuera de la ley, ni sobre ni abajo de ella”.
Su muerte y su secuestro de dos meses en diciembre de 1997, fueron considerados misteriosos y atribuidos a sus numerosos enemigos políticos.
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