Fatalismo

No se trata de conformismos, tampoco de indefensiones y mucho menos de cobardía. Se trata, simple y sencillamente, de que al curso del tiempo y hartos de no tener una fórmula para protestar, un método para enfrentarlo o un recurso para hacer valer ciertos derechos, hemos ido aceptando con fatalismo lo que sucede en todos los ámbitos del país. Sociedad y gobierno.

Lo de hoy, claro, es la decisión de una señora que sabe organizar huertitos familiares y adornar paredes con yerbajos que parecen alfombras, aunque ella piense que parecen pasto fresco, para sacar de circulación medio millón de automóviles a la semana.

Ya se sabe, en política lo que parece es, y en este caso tenemos una coincidencia: cuando a la Volkswagen le empezaron a retirar de circulación sus vochos, tuvo que imaginar apresuradamente una solución para no quedarse sin su auto emblemático y el de mayor venta no sólo en cierta región sino en el mundo entero.

Inconcebible, pero así fue. En Europa, especialmente en la cuna de la empresa, Alemania, se detectaron los elevadísimos índices de contaminación provocados por una máquina radial enfriada por aire. Se prohibió la fabricación y la venta futura, sin afectar a quienes tenían un vehículo de esos en su poder. Respetillo elemental a ciertos derechos, y no lo menciono por molestar, porque aquí ni por enterados se darán. No saben qué es respeto. Ni ley. Ni derechos.

Las instalaciones de la fábrica alemana estaban dedicadas a parir el vocho. Paulatinamente fueron trasladándose a América Latina, especialmente Brasil y México, que empezó a generar escarabajos y uno de sus derivados, el yip, mientras los cariocas se dedicaban a las Combi, célebres catafalcos de incontables usuarios de los pecerdos, cariñosamente titulados “peseros”.

Los germanos no perdieron: convencieron (y aquí debería repletarse el texto de signos de pesos… o de centavos, porque resulta que no son caros los cohechos en México) a alguien de que en su turno de regente de la capital, de dueño de vidas y haciendas de los capitalinos, ordenara el cambio de taxis, sacara de circulación los carros gringos y habilitara vochitos como prestadores de servicio público.

Para que se viera que había comodidad para los usuarios del servicio, se quitó el asiento delantero derecho, pero sin bolsa antichoques ni cinturones de seguridad, muchos pasajeros murieron al estrellarse de frente contra el parabrisas. Algunos quedaron en calidad de adoradores del Piojo y otros más se volvieron autistas o legisladores y ahora miran telenovelas todas las tardes. En fin, daños y lesiones al por mayor.

Pero la empresa salvó la cara ante sus socios, siguió ocupando su maquinaria obsoleta y amplió su planta de trabajadores.se instaló en Puebla o adoptó a Puebla.

Los turistas extranjeros no daban crédito: un automóvil no apto para taxi, circulando por todos lados, con restricciones necesarísimas porque más de dos adultos era imposible acomodarlos, aunque ya se sabe, cuando uno quiere, puede…

El año pasado y así se ha publicado las dos recientes semanas, las plantas automotrices mexicanas dejaron sin vender más o menos una tercera parte de lo fabricado. No fueron suficientes ofertas, premios, las garantías ampliadas. No hay dinero y no hay quien compre coches nuevos.

Pero para eso estamos, ¿verdad mi gober? En maniobra oscura, sucia y evidente, salimos al rescate de esos tiburones que nunca pierden. Creamos el nuevo hoy no circula y para que quede claro el mensaje, no lo limitamos a la comprobación de contaminantes, sino el que tenga carro viejo, que se joda. Pa´qué es pobre, pus ¿no?

Miguel Ángel Mancera Espinosa (MAME) y su horticultora de cabecera, la germánica Tanya Müller, mandaron cambiar sus autos personales por unos nuevos. También los de sus escoltas. Así no se arriesgan a que los retiren de circulación a trompones, pero no deben quejarse porque en alguna forma recibieron trato preferente.

A los anarcos, que hacen porquería y media y los maestrillos del CNTE que ensucian por todos lados y se apropian de las calles, pobrecillos pero nadie los pela. Pero a quienes no aceptan las inconsultas reglas, de inmediato los atendieron… macana en ristre.