Se dice que cuando uno busca resultados diferentes, entonces se deben hacer cosas diferentes porque con la realizadas no se han alcanzado las metas deseadas. Esto puede aplicarse a la política del presidente Andrés Manuel López Obrador para terminar con los hechos violentos y crímenes que suceden en varias partes del país, ya que tan solo el pasado mes de mayo ha sido el más violento del 2021 y uno de los diez más sangrientos durante el actual sexenio.
Al mandatario le gusta reiterar que diariamente, de madrugada, encabeza una reunión con su gabinete de seguridad, donde entre otros participan los titulares de las secretaría de Gobernación, Seguridad Ciudadana, Defensa Nacional y Marina, para evaluar tanto los hechos recientes como el aplicar las estrategias para proteger a la población.
Sin embargo, esas reuniones resultan ser inútiles ya que la violencia se mantiene al alza. Tan solo en los últimos días se registraron dos masacres, una en Reynosa, Tamaulipas, y otra en Salvatierra, Guanajuato, donde al menos se registraron más de 25 personas muertas, todas inocentes y ajenas a los grupos del crimen organizado.
(Masacres, por cierto, de las que se burló López Obrador en septiembre del año pasado, para intentar desmentir un encabezado del periódico Reforma cuando informaba que hasta durante ese año se habían registrado 45 casos y refutaba que ya no sucedían esos eventos).
De acuerdo con estadísticas de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, en mayo se registraron un total de dos mil 963 homicidios, un aumento mensual de 3.57% frente a los dos mil 861 asesinatos reportados en abril y en términos anuales de 1.26% ante los dos mil 926 registrados en mayo del 2020. Es decir, México vivido los dos años más violentos de su historia, precisamente en los primeros dos años del gobierno de López Obrador, ya que en 2019 hubo 34 mil 682 víctimas de asesinato y en 2020 34 mil 554.
En sus conferencias López Obrador ha demeritado a la desaparecida Policía Federal, al afirmar que no contaba con el personal suficiente y capacitado para enfrentar a la delincuencia y, ahora, presume que la Guardia Nacional tiene una fuerza operativa casi 100 mil personas, de ellas cerca de 85 mil ya están desplegadas, además de otros 142 mil soldados y marinos.
López Obrador prefiere cantidad –reuniones diarias de seguridad y miles de elementos en las calles–, que calidad, pero debería variar sus estrategias y diseñar otras para enfrentar al crimen con otra perspectiva, superándose lo de ’abrazos, no balazos’, a fin de organizar otros operativos y acciones que deberán rendir mejores resultados para la sociedad mexicana.