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En Guerrero es un soplo la vida


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En Guerrero es un soplo la vida
Octubre 06, 2014 09:02 hrs.
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Nadie sabe con claridad lo que sucedió en Iguala. El hallazgo de las seis fosas clandestinas descubiertas el sábado en el paraje Las Parotas, de la comunidad de Pueblo Viejo, enrarece más el ambiente.

El gobernador Ángel Aguirre y su procurador, Iñaki Blanco, poco hacen y no pueden calmar los ánimos; desborda la impaciencia de familiares y compañeros de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos hace diez días.

Algo se intuye en las sombras errantes…

La decisión federal de atraer el caso confirma la denuncia del mandatario estatal. La atracción del caso por parte de la SEIDO y la Agencia de Investigación Criminal de la PGR son señal inequívoca: tras la masacre de la noche triste del 26 de septiembre en Iguala, está la mano peluda de la delincuencia organizada en complicidad con la corrupta autoridad municipal.

El círculo se cierra en torno al alcalde con licencia José Luis Abarca y el director de Seguridad Pública, Felipe Flores Velázquez, ambos prófugos. Si los pescan, no se la van a acabar. En el ámbito local el edil bailador enfrentará acusaciones por desaparición forzada y homicidio… tan pronto como pierda el fuero constitucional. A nivel federal, el perredista expulsado deberá responder al delito de delincuencia organizada.

Saldrán a relucir todos los trapos sucios, vínculos familiares y relaciones indebidas del alcalde con los Guerreros Unidos —leña del árbol caído de los Beltrán Leyva—. Saldrá a flote su viejo rencor contra los belicosos normalistas… y las facturas pendientes tras el levantón y asesinato de tres líderes de la Organización Unidad Popular, en junio del año pasado… crimen que los ayotzinapos siempre le cargaron al mandamás igualteco.

Hace semana y media, José Luis Abarca habría ordenado poner a los estudiantes en su lugar; evitar a toda costa que los revoltosos le quemaran el mantel justo el día en que su esposa rindió su informe como presidenta del DIF… y en víspera del propio como cabeza del ayuntamiento. A sus jenízaros, policías de día y sicarios de noche, se les pasó la mano. La represión oficial terminó en violaciones mayores a la ley y los derechos humanos, consistentes en ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas, atentados contra la dignidad de las personas y omisiones en el cumplimiento de la función pública.

Los cabos sueltos están por unirse. Los 30 detenidos hasta ahora por la autoridad federal han comenzado a cantar, de ahí se desprendió la localización de las fosas con los restos de al menos nueve personas, todos incinerados con diesel.

Ahora se sabe que el lugar del hallazgo no era tan clandestino; vecinos lo conocen como “cementerio de narcos”. No es la primera vez que La Parota de Pueblo Viejo se utiliza para desaparecer cadáveres, aseguran.

Según el secretario guerrerense de Salud, Lázaro Mazón Alonso, los peritajes para identificar los nueve cuerpos exhumados demorarán al menos 15 días, poco tiempo si se toma en cuenta que los análisis de ADN suelen concluirse en un lapso de alrededor de dos meses… muy largo cuando a la PGR sólo le tomó menos de 24 horas comprobar la plena identidad del capo Héctor Beltrán Leyva, detenido apenas la semana pasada.

A menos que los estudiantes aparezcan, evitar la especulación es imposible. Por lo pronto, el gobernador reza por encontrarlos con vida. Las protestas y bloqueos carreteros de familias, estudiantes y activistas —quienes ayer vandalizaron una caseta de cobro e impidieron el paso de un convoy militar— serán incontrolables e insoportables a medida que transcurren las horas. La presencia federal, si bien ayudará a resolver el caso, no debe agradar en nada al mandatario estatal, quien simplemente no pudo resolver con recursos propios el asunto más caliente de su administración.

El cuadro pinta un Estado fallido que no merecen los guerrerenses…

BORREGAZO: Para todo alcanza el tiempo. En medio de la crisis, reflejo de la inseguridad prevaleciente y la falta de estrategias para combatirla, el gobernador de Guerrero se dio tiempo de viajar a la Ciudad de México para unirse al besamanos de los gobernadores perredistas al nuevo “padrino”, Carlos Navarrete. Total, es un soplo la vida y seis muertos no es nada…

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