Sólo en México, el país donde el surrealismo se da en la vida cotidiana, pueden ocurrir situaciones extremas que lo mismo mueven a risa que desatan la preocupación por el estado mental de sus protagonistas.
Así, un político envejecido, al que han corrido en terracería según su propio dicho, sobreviviente de un ataque al corazón, y que anuncia que será nuevamente candidato presidencial si para 2018 está vivo, cuestiona a partir de rumores que ha escuchado la salud del Presidente de la República.
Otra política, la esposa del señor de las ligas, el prototipo de la corrupción y los trafiques al margen de la ley, denunciada por sus negocios con los giros negros cuando fue delegada en Cuauhtémoc, responsable de la expedición irregular de la licencia del tristemente célebre antro Lobohombo, encabeza una cruzada para pedir la salida del secretario de Energía, porque le parece que las propiedades familiares de éste causan un conflicto de intereses.
En ambos casos, se apuesta a la desmemoria o estolidez de la gente, pero quienes los promueven se ven como los pollinos hablando de los apéndices auriculares.
Sólo en México, donde provocadores violentos pueden cargar con piedras, palos, botellas y cuanto les dé la imaginación para tundir e incluso atentar contra la vida de los policías que intentan resguardar el orden, para luego quejarse porque en sus detenciones “no se respetan sus derechos humanos”, y lograr la intervención y hasta el apoyo de las comisiones del ramo y uno que otro congreso dominado por sus congéneres.
Sólo en México, donde cada cuatro años en vísperas del Mundial de futbol la gente se apasiona con la selección nacional, para frustrarse cuando la realidad del desempeño de nuestros jugadores choca de frente contra los equipos de primer nivel que hay en el planeta, y a veces fracasan hasta con oncenas muy medianitas, pese a los dinerales que se embolsan los del deporte de la patada.
Sólo en México.