A mi nieto Jorge Alberto Ravelo Barba, médico de profesión, por su óptimo examen donde acreditó conocimientos y capacidad en la especialidad de neumología.

Cierto día un profesor entró en el aula y les dijo a los alumnos que se prepararan para una prueba relámpago. Todos se ubicaron en sus asientos. Aguardaron asustados el examen que venía. Entonces el maestro entregó las hojas con el texto para abajo, como era costumbre. Después que todos la recibieron pidió que voltearan la cuartilla. Para sorpresa de todos, no había ninguna pregunta o escrito, Solo un punto negro al centro. El catedrático, al ver la expresión sorpresa que todos tenían, les dijo: Ahora van a escribir un comentario sobre lo que ven en el papel. Todos los alumnos, confundidos, comenzaron entonces la terrible e inexplicable tarea. Terminado el tiempo, el mentor recogió las pruebas y frente de la clase comenzó a leer las redacciones, una a una, en voz alta. Todas, sin excepción, definían el punto negro, Intentaban dar explicaciones por su presencia al centro de la hoja.
Terminada la lectura, con la sala en silencio, el profesor comenzó a explicar que esta prueba no sería para la nota, solo de lección para todos: “Nadie en la sala habló sobre la hoja en blanco. Todos centrados en el punto negro”. Expresó.
Eso acontece en nuestras vidas. Tenemos una hoja en blanco entera para observar y aprovechar. Pero siempre nos centramos en el punto negro. Vaya los puntos negros. Nunca, en lo bueno. Nos olvidamos de la bondad, la esperanza. De la vida como un regalo que Dios nos dio a cada uno de nosotros con mucho cariño y cuidado. ¡Siempre tenemos motivos para celebrar! La naturaleza que se renueva, los amigos que se hacen presentes, el empleo que nos da sustento, los milagros que presenciamos cada día... Sin embargo insistimos en fijarnos solo en las manchas negras: el problema de salud que nos preocupa, la falta de dinero, la relación difícil con un familiar, la decepción con un amigo. Los puntos negros son mínimos en comparación con todo aquello que tenemos diariamente. Mas son los puntos negros los que pueblan nuestra mente. Por ello, quita los ojos del punto negro de tu vida. Disfruta de cada bendición, cada momento que te da la vida. Tranquilízate. Se feliz. Un aplauso, el nuestro al menos, al nuevo especialista en el combate a un flagelo ancestral.
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