Carlos Ravelo Galindo | Club Primera Plana

EN LAS NUBES

El Grito de los libres

Carlos Ravelo Galindo

El Grito de los libres
Octubre 14, 2020 20:52 hrs.
Cultura ›
Carlos Ravelo Galindo › Club Primera Plana

Nos arreglaron el teléfono, ayer. Gracias Telmex.
Ya oímos. También a quien nos gritan.
Mañana día 15 de octubre se celebrará en México el Día de la Fraternidad Periodística mediante una ceremonia virtual desde el Club Primera Plana que preside el colega José Luis Uribe Ortega.
En ella, acompañado por el secretario general Virgilio Arias Ramírez y el tesorero Josué Beutelspacher Huizar, entregará reconocimientos a unos 200 periodistas de todo el país que han cumplido cinco o más lustros en el ejercicio de su profesión de manera ininterrumpida.
Esta será la vigésima octava oportunidad en que el veterano organismo gremial otorgue tan codiciado estímulo de colegas a colegas y por primera vez no podrá ser presencial debido a la pandemia.
En el pasado, y por iniciativa de su entonces presidente Teodoro Rentería Arróyave, se le llamó Comida de la Unidad Periodística cuando se llevaba a cabo precisamente a la hora de los alimentos con el hasta la fecha invariable apoyo de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE) y su dirigente Joel Ayala.
La primera entrega de reconocimientos fue en la Casa de la Cultura ‘Jesús Reyes Heroles’ cuando Francisco Rodríguez Díaz presidió el CPP (1992-1994), gracias al apoyo del delegado en Coyoacán, Carlos Salomón Cámara, y de su director de comunicación social, Raúl Cruz Zapata.
Coincidencia con nosotros.
La fecha en que debió ser inaugurada la Estela de luz, hubo por la noche dos Gritos:
El oficial desde Palacio Nacional a cargo del entonces presidente Felipe Calderón. Deslucido.
Y el Grito de los libres dado por el jefe de gobierno de la capital, hoy mandatario Andrés Manuel López Obrador en la Plaza de las Tres Culturas de la unidad habitacional Tlatelolco.
’Arriba los de abajo’, gritó entonces, el señor de las mañaneras y sus ’vivas’ fueron tanto para los próceres de 1810, como para los héroes anónimos, como hoy hace.
Los indígenas, los campesinos, los obreros, los migrantes, los artistas, los maestros, los profesionistas, los sectores productivos, los jóvenes, las mujeres, la cultura y los dirigentes sociales y políticos asesinados o desaparecidos por defender las causas populares.
Don José Antonio Aspiros Villagómez, nos amplía la ratería, y vergüenza del gobierno del pan.
Veamos por qué de la aseveración.
Hace una década, el gobierno federal quiso conmemorar los dos siglos del inicio de la guerra de Independencia con un Arco del Bicentenario sobre el Paseo de la Reforma, la principal avenida de la Ciudad de México.
La obra que derivó en una ’Estela de luz’,(se retrasó más de un año) fue alterado el proyecto original, y el costo se elevó en exceso.
Esto registró una amplia polémica y hubo señalamientos de corrupción, demandas y sanciones.
La obra debió ser inaugurada el 15 de septiembre de 2010 y, con la presencia de grupos que protestaron, se retrasó hasta el 7 de enero de 2012 por una serie de fallas y ajustes en su construcción, lo cual provocó un escándalo de todos contra todos, incluidos el ganador del proyecto (o apenas anteproyecto, acusaron otros) elegido en un concurso, la empresa constructora, el secretario de Educación, el Colegio de Ingenieros Civiles y otros actores.
Todavía en agosto pasado, la sala superior del Tribunal Federal de Justicia Administrativa (TFJA) ratificó que dos responsables de ese trabajo deberán responder por un daño de casi 450 millones de pesos, que son un poco menos de la mitad del costo total incluido el IVA.
Pese a sus 104 metros de altura, la estela de luz quedó opacada por los inmensos edificios contiguos que han pervertido el sentido cívico e histórico del Paseo de la Reforma.
Dentro del cual recientemente se inició también la formación del Paseo de las Heroínas con la primera estatua de las varias que habrá, la de Leona Vicario.
Debido a ajustes y presunta corrupción denunciada por el ganador a la cámara de diputados, el proyecto se encareció de 200 a más de mil millones de pesos y ni siquiera se construyó conforme a lo planeado.
Faltaron la amplia plaza cívica con fuentes y jardines, y el espacio de divulgación histórica con paredes de obsidiana, que fue sustituido por un centro cultural digital.
Y la Estela de luz resultante, carece de lo más importante: la aceptación popular a un monumento que no comunica su propósito histórico.
Según la pretensión presidencial en ese tiempo, debió ser tan majestuoso, emblemático y admirado como la Columna de la Independencia, el Hemiciclo a Benito Juárez o el Monumento a la Revolución.
A cambio, la gente bautizó la construcción con apodos como el de ’Suavicrema’, por su parecido con la galleta de ese nombre.
Tal vez con un sentido de modernidad, el jurado que eligió el proyecto ganador no tomó en cuenta la carencia de estatuas en el mismo ni el hecho de que los anteriores monumentos históricos tienen mármol o piedra, y la Estela no, sino cuarzos y acero.
Quizás el plan original de un Arco tampoco lo consideró adecuado, cuando pudo haber sido más conveniente para asociar la nueva obra con la importante efeméride a conmemorar:
Los dos siglos del inicio -no el final, importante también y que merecería un arco del triunfo- de la guerra insurgente.
Y por qué no su estatua, preguntaron. Por la botella, que medía seis metros. Quedaría como estatua, pero de pus.
craveloygalindo@gmail.com

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