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De corrupción y esas cosas


Por Carlos Ferreyra/

De corrupción y esas cosas
Mayo 22, 2014 10:46 hrs.
Periodismo ›
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Debo entrarle al refrito, en esta caso de una información publicada por Raúl Rodríguez Cortés, veterano reportero actualmente lector de noticias de Foro TV; lo que narra nos permitirá entender lo que sucede en México, por qué la corrupción se expande y por qué cada día invocamos a Dios para pedirle que nos haga topar con uno que sea más pendejo o que, en caso ideal, que no nos den pero que nos pongan donde hay.

En los tiempos de Ulises Ruiz como gobernador de Oaxaca, en la Cámara de Diputados era líder un sujeto alto, de gran presencia, echador y muy pagado de sí mismo. Lo conocí cuando esa institución promovió unas conferencias sobre periodismo, en las que participé con Roberto Garduño, de La Jornada, Aurelio Ramos, de Crónica, y alguien más como comentarista de los diaristas locales.

Impresionaba el sujeto que parecía hecho a mano, dueño de una seguridad que debía corresponder al gobernador, pero que él encarnaba con suficiencia. Estábamos en los prolegómenos de la Rebelión de los Güevones, con su emblemático Flavio Sosa, actual legislador por la graciosa concesión de sus apoyos ubicados en el PRD y la izquierda agazapada con los maistrines que ubicaron su domicilio permanente en las faldas del monumento a la Revolución de la ciudad de México. Nada que ver con Oaxaca, pero mientras sigan cobrando sus emolumentos, los premios por desempeño y demás, los tendremos como residentes, ya no como visitantes ocasionales.

El señor al que hacemos referencia se llama Bulmaro Rito Salinas. Sí, es su apelativo legal, no es el alias con que lo conocen en las filas de la delincuencia permanente y amparada por un oficio llamado política.

Narra Raúl que es tal la fanfarronería de Bulmaro “que a voz en cuello alardeaba cuantas veces lo querían escuchar: Mi fortuna es de mil 200 millones de pesos, pero me van a quedar mil porque 200 los voy a utilizar para mi defensa”
.
De hecho se trata de la confesión del saqueo al que sometió al erario oaxaqueño. Y cómo desde el inicio de su carrera como hombre del poder, manejó al gobernador, Ulises Ruiz, el hombre de la colita de caballo cuando era cuije de algún senador y luego como empleado del PRI que lo envió a manejar unas elecciones. El dinero para gastos de quienes le ayudarían, se convirtió en un hermoso Mustang nuevecito que presumía con el tono y el descaro de Bulmaro y sus mil 200 melones de chuchulucos.
Pero bueno, de Rito Salinas hay más. En plena efervescencia rebelde en las calles de Oaxaca capital, en 2006 los nobles mentores de la CNTE (sí, ésos que viven en la ciudad de México), dijeron haber encontrado en la camioneta del legislador, estacionada afuera de un hotel de lujo, medio millón de pesos en efectivo así, al desgaire y sobre los asientos, a la vez que también encontraron muchos “regalos de marca”.

Y aquí viene la otra parte del asunto: en Oaxaca nadie duda de que sea verdad la denuncia pública en los medios locales, pero igual nadie sabe dónde quedó la laniza, en qué consistían los regalos de marca, cuántos eran y cuáles sus destinatarios.
Del viaje y la conferencia, Garduño, Ramos y yo, tenemos el grato recuerdo de una comida en una fonda típica, ofrecida por Roberto Santiago, quien fungía como jefe de Prensa; nada más y fue suficiente, Roberto fue reportero de UnomásUno, buen amigo y gente bien nacida.

Traslademos la cuestión a la capital. El secretario de Seguridad Pública, Jesús Rodríguez Almeida, otro de los metrosexuales cupulares del gobierno del DF, a la insistencia de los periodistas para que les hablara de la inseguridad en la ciudad, molesto les espetó: ¡Ya estuvo suave! Y en renglón inmediato se trepó a su veloz automotor y huyó.

Al señor le molestó que las cifras de su dependencia sean distintas no a la percepción ciudadana, sino a los registros que se levantan por otras vías. Registros simples como contar, diario y uno a uno, los muertitos, los asaltos, los secuestros y todo eso que antes del berrinche, había expuesto como “a la baja”.
PECHOY como colofón, para ver en qué pierden su tiempo y nuestro dinero los descerebrados que nos gobiernan y que se niegan a hablar de la campaña de leche materna. El costo supera los 40 millones de pesos, y muestra por ejemplo a un cómico que es mucho muy mamón, por lo que su inclusión es correcta; la de Maribel Guardia también, sólo que su niñito acompañante debería explicar su experiencia cuando la actriz le daba de comer cuando era bebé.

En fin, todo de cabeza, pero en Michoacán ya tenemos paz, aunque junto al anuncio de Castillo, Alfredo, los malvados periodistas incluyan los muertos y secuestros del día. En Tamaulipas, Zetas y más, ahora matan a distancia. Y en Guerrero con anuencia del gober y las armas que les regaló, siguen atentando ahora sin embozo, desde las filas de los autodefensas. Así vamos…

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