Esta historia me parece fascinante, a pesar de que el Bilonchi, mi padre, que fue hasta que dejó de poder caminar un rabioso practicante de este deporte (en el doble sentido de la palabra “rabioso”), nunca pudo contagiarnos el virus Golfirium impenitentius ni a mi hermano ni a mí.



EL TIPO



Se llamó Charles A. Charley Boswell, 1916-1995. Era un gran atleta, en diversas disciplinas. En 1941 llegó a alinear con los Crackers de Atlanta en el béisbol de las ligas menores. Quedó ciego durante la II Guerra Mundial al rescatar a un compañero de un tanque incendiado cerca de Lindern, Alemania. Ya ciego, se convirtió en un tremendo campeón de golf tanto a nivel nacional como internacional. El golf para ciegos está reconocido como deporte oficial de competencia. Evacuado a EU, Boswell pasó por terapia de rehabilitación en el Hospital General de Valley Forge, en Filadelfia. Ese hospital militar estaba especializado en ojos lastimados; como el que fue luego conocido como Hospital Civil en Mahatlán, estaba especializado en veteranos con trastornos psiquiátricos, PTSD: Post Traumatic Stress Disorder. No, si esos gringos hacían bien sus guerritas. Boswell se empeñó en continuar su vocación corporal-competitiva y trató de practicar varios deportes, hasta que descubrió el golf, que nunca había intentado. Igual que el Bilonchi, Boswell se entusiasmó con la pelotita y ya en 1946 quedó segundo en el Campeonato Nacional de Golf para Ciegos, efectuado en Inglewood, California, detrás del afamado Clint Russell. Al año siguiente Boswell ganó el campeonato en el Northland Country Club de Duluth, Minnesota. A partir de ahí, la gloria. Boswell ganó 16 campeonatos nacionales, el último en 1970 en Greensboro, North Carolina) y 11 campeonatos internacionales, el último en 1967 en Hamilton, Ontario.







ASEGURADOR



Tras su retiro del Ejército en 1946, Boswell se estableció en Birmingham y fundó una agencia de seguros, la cual presidió más de 40 años. De acuerdo con la dignísima fórmula de entonces: “Si en tu vida profesional ya fracasaste en todas las actividades decentes, dedícate a vender seguros… y si también en eso fracasas, vete de periodista”. Boswell tuvo una activa vida social a favor de las causas de los ciegos, y en 1969 publicó un libro de memorias, Now I See (Ya veo), reimpreso en 1987 y en 1991. Cuando en 1956 Boswell marcó sorprendentes 81 golpes en el campo de su ciudad, par 72, todo un récord para un golfista ciego, lo rebautizaron con su nombre.







BEN HOGAN



Uno de los héroes más admirados por Boswell fue el legendario golfista gringo Ben Hogan, 1912-1997, cuyo swing era considerado como perfecto. Ganador de 63 torneos profesionales, Hogan es considerado como uno de los mejores golfistas de la historia con Jack Nicklaus, Tiger Woods y Arnold Palmer. En 1949 sufrió un gravísimo accidente automovilístico y los doctores lo declararon paralítico. Sólo 17 meses después ganó el US Open, otro ejemplo de voluntad tenaz ante la adversidad.

Jugó por última vez en 1971.


Cuando conoció a Hogan, Boswell estaba muy emocionado y le confesó que uno de los grandes sueños de su vida era jugar una vuelta entera con él. El gran Hogan, condescendiente, aceptó la invitación. Pero se fue de espaldas cuando Boswell le propuso que ese juego fuera con apuesta de dinero y sin handicap. Tras unos segundos de sorpresa, Hogan le respondió: “Charlie, sabes que no puedo jugar contigo con apuesta, no sería justo.” Pero Boswell ni titubeó: “Oh, vamos, ¿qué tal mil dólares por hoyo?” (lo que en ese momento era una respetable cantidad de dinero). “No, de ninguna manera, me estaría aprovechando de ti. ¿Qué pensaría la gente de mí?” “¿Me tienes miedo?” Ahí sí ya caló y Hogan aceptó: “Bueno, ya que insistes. Pero te advierto que jugaré mi mejor golf.” “No esperaría menos.” “Bueno, conste que tú lo quisiste. ¿Dónde y cuándo jugamos?” Boswell sonrió ampliamente y respondió: “Aquí mismo, hoy a las diez de la noche.”



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