GUSTAVO CORTÉS CAMPA | Club Primera Plana

Aristócrata, alfil de Salinas Pliego, peón de AMLO Moctezuma Barragán: A Washington


… y al arréglatelas como puedas

Aristócrata, alfil de Salinas Pliego, peón de AMLO
Moctezuma Barragán: A Washington
Diciembre 18, 2020 20:38 hrs.
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Jamás han faltado agitadores
en todo pueblo; pero han faltado
en ellos esas firmes convicciones
que profesan los verdaderos apóstoles.
Por lo común, han sido retóricos
sutiles que… trataban de persuadir
lisonjeando bajos instintos.
Gustave Le Bon
(Psicología de las multitudes, 1896)

GUSTAVO CORTÉS CAMPA
Son, por lo menos, tres prominentes magnates mexicanos los que han tenido problemas –muy serios- con las autoridades reguladoras de Estados Unidos: Ricardo Salinas Pliego, por sus trastupijes en Wall Street con unos 200 millones de dólares de una deuda de Unefon; Carlos Hank Rhon, quien fue obligado a deshacerse del First National Bank de El Paso por manejos sospechosos y Carlos Slim Helú, quien pagó una multa de 300 millones de dólares y tuvo qué deshacerse de una cementera.
El caso es muy frecuente: no pocos de los grandes empresarios mexicanos, por lo general, tienen problemas para funcionar en países que, como Estados Unidos, hacen cumplir con rigor las leyes y los reglamentos.
En los últimos días salió a colación que Banco Azteca no tiene una corresponsalía financiera en Estados Unidos que le permita colocar los dólares que capta con los depósitos de los emigrantes mexicanos.
Se pueden hacer conjeturas al respecto, pero algo definitivo es que de ninguna manera eso puede deberse a una imposible omisión o incompetencia administrativa. Eso sólo puede ser consecuencia de algún expediente vigente.
Todo eso, concomitante con ese apuro de última hora del senador Ricardo Monreal para modificar la ley del Banco de México y obligar a esa institución para absorber los dólares en efectivo que ingresan al país, so pretexto de ’proteger’ a los mexicanos que se van a trabajar a Estados Unidos de los abusos a su retorno al país. (Por lo demás, el 99 por ciento de esos envíos llegan por vía electrónica)
En su mortificación por los paisanos que allende la frontera trabajan y envían remesas que este año –una, en este caso, benéfica consecuencia de la pandemia- pueden llegar a 40 mil millones de dólares, Monreal no consultó a los asesores que paga el Senado, o al mismísimo Banco de México, y sucedió que tal iniciativa resultó una total estupidez que, en caso que la ratifique la Cámara de Diputados, pondría al banco central en una gravísima situación, en peligro inminente de que instituciones internacionales, por lo pronto, congelasen las reservas en divisas de México, por sospecha de lavado de dinero.
Surgieron pues, las conjeturas. No faltaron los malintencionados que sumaron dos más dos: Salinas Pliego es miembro prominente del ’consejo asesor empresarial’ del presidente AMLO. Salinas Pliego no tiene una corresponsalía bancaria en Estados Unidos y ese severo problema le impide enviar los dólares que captan sus casas de cambio por aquellos lugares.
Salinas Pliego no puede tener corresponsalía en EU porque tiene abierto un expediente. Entonces… que compre los dólares el Banxico.
Pero surgieron múltiples voces, tanto de economistas como de instituciones financieras, y del mismo director del Banco de México. Eso es muy, muy peligroso, para el Banco México, además de que no tiene sentido alguno… salvo que...
LA DIPLOMACIA Y EL RÉGIMEN REVOLUCIONARIO
Ha sido tradición en el ’régimen de la revolución’ la utilizar el servicio exterior para mandar fuera a ciertos personajes ’incómodos’, hace unos decenios, a generales como ’El Alazán Tostado’ y otros, como uno que, al hacer la reverencia ante la reina de Holanda, se le cayó tremenda pistolota y la reina por poco cae al suelo desmayada.
Así las cosas, los improvisados ’diplomáticos’ tomaban el exilio ’haciendo adobes’. Un general que llegó a gobernador de Zacatecas era embajador en Cuba al inicio de la revolución y sacó mucha raja con el éxodo hacia Miami, porque cobraba módico 50 por ciento de los dólares que pedían sacara por valija diplomática. Denunciado el negocito, el ameritado militar culpó a su esposa y no hubo bronca.
Luis Echeverría estaba muy molesto con el secretario de Hacienda, Hugo B. Margáin, quien quiso controlar el gasto público y reducir la deuda (¿Suena familiar, no?). Ipso facto fue enviado a Londres y la deuda pasó de tres mil 500 a 19 mil 600 millones de dólares.
José López Portillo quería deshacerse del líder de la Cámara de Diputados que le dejó Echeverría y lo envió a Italia. Se comentó entre funcionarios menores de la embajada que, a la primera ceremonia diplomática formal en que estuvo don Augusto Gómez Villanueva, en lugar del frac, vistió una guayabera color frambuesa, y los diplomáticos, copa de champaña en mano preguntaban: ’¿De qué país africano es ese señor? No lo tenemos registrado’.
EMBAJADOR POR LA GRACIA DE SALINAS
Todo lo anterior, es claro, forma parte del ’folclor’ de un México y de una forma de gobierno que habíamos dado por desaparecidos, principalmente en el servicio exterior.
Claro que no todo fue de ese modo. Para Estados Unidos, por supuesto, se tomaba muy en serio la selección de representantes, siempre de alto calibre, o casi.
En los últimos decenios, el mundo se pobló de organismos multilaterales y se requería representantes de alto nivel técnico. Y después del TLCAN, los embajadores en EU tenían que disponer de equipos de especialistas en cada uno de los rubros que cubre el tratado, independientemente de que el embajador debía ser de muy alta calificación, pero además, tener contactos en Washington, conocer a fondo los periodistas especializados y no meter la pata en situaciones delicadas.
Se necesita gente que conozca los bares, restaurantes, salas de conciertos, a donde van y con quiénes se reúnen, qué periodistas, qué cabilderos.
Fue amarga la experiencia de Luis Echeverría cuando se candidateó para la ONU, con el apoyo del ’Grupo de los 77’.
A Estados Unidos no le agradaba la idea. Se encargó del asunto el embajador Patrick Moynihan, un irlandés capaz de beber una barrica de whisky sin que se le alterara el pulso. Una tarde la dedicó a ir de bar en bar, a la búsqueda de los embajadores o de los principales consejeros. Se añadía a las tertulias simulando una borrachera avanzada. Metía en la charla el tema de Echeverría y entre balbuceos decía: ’That’s our boy… yes, Echeverría… we support him, but, you now, just underground’.
Acto seguido se alejaba trastabillando con un estilo muy bien entrenado, mientras escandalizados diplomáticos tomaban nota y hacían cola en el teléfono del bar.
Dicen por ahí que Esteban Moctezuma Barragán, desde hace dos años era el candidato perfecto… para la UNICEF.
Fue evidente que para los nombramientos en el nuevo gobierno de la 4T, AMLO usó la técnica cubilete: los metía todos en el ’cuero’, los agitaba y el golpe sobre la mesa, como cayeran. Un agrónomo en Pemex; un político con negro expediente (aquí y en EU) en CFE; abogada septuagenaria en Gobernación, donde le meten todos los goles los supuestamente subordinados. Y renuncias en donde por error sí fueron colocados los perfiles idóneos: Hacienda, IMSS, Instituto de lo robado, etcétera.
Para Washington fue enviada de embajadora una mujer con gran trayectoria, pero con parentesco tan elevado como sospechoso. Su currículum daba pie para desechar la suspicacia, pero al final, quedó en claro que todo fue una coincidencia: en realidad, no se le nombró por su sapiencia ni talento en la materia, como quedó de manifiesto con la filtración de hace unos días, de cuando AMLO volaba de Nayarit a Tabasco. La embajadora, evidentemente desesperada, urgía al presidente por la felicitación a Biden. Y AMLO, ya muy molesto, le dijo tajante: ’Sí, sí, ya entendí, ya entendí… no soy tonto… pero mira, yo voy a decidir cuándo y cómo envío la felicitación ¿entendiste?’
El Colegio Electoral del Congreso de EU ratificó el triunfo de Biden el lunes 14 de diciembre y ese mismo día la embajadora Martha Bárcena anunció su renuncia, disfrazada de ’retiro anticipado’ (¿Después de 43 años? ¡cuánta anticipación!) del servicio exterior. Había dado por concluida la pesadilla de dos años.
Aprovechó, además, para aclarar: ’Yo siempre opiné que era necesario enviar una felicitación inmediata al triunfador Joe Biden’.
Al presidente AMLO nunca le cayó en gracia que Moctezuma Barragán (’ese aristócrata’) se presentara a las ’mañaneras’ con cubrebocas. Y peor aún: que eso alentara a varios otros funcionarios a imitarlo.
Pero tenía qué encontrar un hueco para un puesto de alto nivel, preferentemente fuera del país, para no romper el compromiso con Ricardo Salinas Pliego, uno de los más fuertes patrocinadores de ’su movimiento’. No podía enviarlo a Argentina o Suiza.
Y doña Martha, con su pundonor que pujaba por salir, finalmente rompió la ’coraza de la disciplina’ y le dio la oportunidad de deshacerse del impertinente, con sus recomendaciones a los maestros de promover intensamente el cubrebocas entre maestros, escolares y otros empleados. Además, su porte de ’fifí’ le fue siempre desagradable.
No conoce a nadie en Washington, no le ofrece ’línea directa’ (¡De ninguna manera! ¡No soportará impertinencias como con Martha!) con el presidente, algo imprescindible en Washington, donde se tiene por norma la seguridad acerca de las posiciones políticas de aliados y no aliados, nunca versiones de segundo nivel.
En la Casa Blanca, o el Pentágono se inquiere sin rodeos: ’¿Qué dice el presidente?’ y de inmediato, no lo que dice el Canciller que dice el presidente: la voz directa.
¿SE PONDRÁ BRAVO CON BIDEN?
El columnista Raimundo Rivapalacio, al comentar el tono de la carta de ’felicitación’ de AMLO a Biden, citó a su vez a un especialista que dijo: ’La carta escurre mal humor y produce más distanciamiento que acercamiento… era mejor no felicitar a Biden que haberlo felicitado de esa manera’.
Añade el periodista que la misiva, en realidad, ’le dice (a Biden) que la relación bilateral no es prioritaria. Ido Trump, a quien le entregó y cedió soberanía, se aleja de Biden, a quien le advierte que ahora sí, no cruzará la línea. A bravuconadas y rabietas no se construye una relación bilateral… tampoco se hacía con la sumisión, como lo hizo con Trump’.
EL APELLIDO MOCTEZUMA ES AUTÉNTICO
Como lo narra en ’Los bandidos de Río Frio’ don Manuel Payno, a lo largo de los siglos han surgido en México y el extranjero, tipos que se ostentan como de la estirpe del emperador Moctezuma II y que no han sido sino simuladores.
Pero en rigor, si hay, no una, sino dos vertientes directas de la rama sanguínea del tlatoani azteca: Los Condes de Moctezuma y los Condes de Miravalle. A esta ésta última pertenece nuestro próximo embajador en Estados Unidos.
La línea se cruza a principios del siglo XIX, con el general Miguel Barragán Ortiz, presidente de México (1835-1836), señalado por historiadores como un ’político y hombre típico del siglo XIX’.
Fue oficial del ejército realista y peleó contra los insurgentes; se pasó al Ejército Trigarante, con Iturbide. Fue del Partido Liberal Federalista (1824-1834) y después del Partido Conservador-Centralista (1834-1836).
En 1824 se casó con Manuela de Trabuesto y Casasola, de 17 años, condesa de Miravalle, descendiente en línea directa del emperador, pero también nieta de Pedro Romero de Terreros, Conde de Regla, considerado uno de los hombres más ricos de la Nueva España en el siglo XVIII, quien comenzó la explotación del mineral de oro y plata de Real del Monte, ahora estado de Hidalgo.
Barragán Ortiz, nativo de San Luis Potosí, falleció siendo presidente de México víctima de la epidemia de tifus de aquella época.
En su testamento dejó instrucciones muy curiosas para el tratamiento de su cadáver, porque ordenó descuartizarlo y colocar una parte en la Catedral Metropolitana; los ojos en Ciudad del Maíz, SLP, donde nació; el corazón en la Colegiata de Guadalupe de la Catedral de Guadalajara y la Capilla de Santa Teresa y la lengua en San Juan de Ulúa, Veracruz.

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