Alfonso Durazo, próximo titular de Seguridad Pública en el próximo gobierno federal, admitió que sería irresponsable afirmar que, ’como varita mágica’, mejorarán los indicadores de seguridad a partir de que Andrés Manuel López Obrador asuma la Presidencia.

También sostuvo, en entrevista con la periodista Adela Micha, que ’el problema de inseguridad no se generó de un día para otro. Estos niveles de inseguridad tienen muchos años, construyéndose, consolidándose’.
Y ha así ha sido. La espiral en el fenómeno de la violencia viene desde hace muchos años. Y nuestro estado de Guerrero no escapa a eso.

El actual gobierno estatal recibió en un total desorden la administración. Guerrero era un caos, en todos los temas.

Héctor Astudillo Flores recibió la administración en una quiebra financiera fatal. Pero se dio a la tarea de tocar puertas en dependencias federales, e incluso en las de Los Pinos, para empezar a darle movilidad al gobierno.

Destrabó un gran número de conflictos que le heredaron. Ayudó igual a los ayuntamientos para que pagaran salarios, aguinaldos y otras prestaciones a los trabajadores.

Sí, y además recuperó la gobernabilidad. Pero el fenómeno de la violencia continúa ahí, como en otras entidades. En prácticamente todo el país. Esto no es exclusivo de Guerrero.

Es lo que ha golpeado severamente a los tres niveles de gobierno. A todos. Y el fenómeno de la violencia tiene mucho de fondo. No es fácil de abordar.

Pero, obviamente, los contrarios a este gobierno lo aprovechan para la crítica permanente, cuando en anteriores administraciones estatales no lo hicieron, a pesar de que dejaron a Guerrero sumido en la inmundicia.

Pero a Héctor Astudillo, por la grave violencia, le lanzan dardos venenosos un día sí y el otro igual. ¿Por qué? Sólo ellos sabrán.

A otro gobernante que no sueltan es al de Acapulco, Evodio Velázquez. Igual, por el tema de la inseguridad, pero ahora también le achacan hasta los estrepitosos resultados en la pasada contienda electoral.

Por cierto, en este último tema, da risa el tal Jacko Badillo. No supo cómo aglutinar a las fuerzas políticas que lo postularon candidato a alcalde de Acapulco, y ahora resulta que culpa al primer edil de ese municipio.

Pero, claro, el perdedor Jacko Badillo ambiciona ahora dirigir al PRD en Guerrero y ve como un obstáculo a Evodio Velázquez. De ahí que el ingrato ha iniciado una campaña para quitárselo del camino, apoyado por otros defenestrados externos que pretenden apoderarse de ese partido.
En cuanto al tema de la inseguridad en Acapulco, el actual gobierno municipal recibió sólo al cascarón de Seguridad Pública. Hace casi 3 años le entregaron una policía en paro y totalmente desacreditada.

Pero con el paso del tiempo logró que se acreditaran casi el total de los mil 200 elementos, alcanzando un 84 por ciento en ese rubro. La clave de certificado policiaco llegó al 50 por ciento y Acapulco se situó como uno de los municipios que más avanzo en ese ramo en el país.

También crearon la Academia de Policía. Las condiciones de los uniformados mejoraron con un seguro de vida de 500 mil pesos. Les dotaron uniformes, equipos, armamento e infraestructura de módulos y subestaciones policiacas.

Recuerdo asimismo que se preocupó por el modelo de seguridad turística replicado a nivel nacional como en Los Cabos, Baja California, o Mazatlán, Sinaloa, y a nivel internacional en Colombia y Perú.
Pero, insisto, el fenómeno de la inseguridad es el ’prietito en el arroz’ de los tres niveles de gobierno. Y así, de la misma manera, continuará con el gobierno federal que encabezará Andrés López Obrador.

Porque ni él (AMLO), ni los demás gobernantes entrantes, llegarán con la ’varita mágica’, esa que igual no tienen a la mano quienes continuarán en el cargo ni los que próximamente entregarán el bastón de mando.

Seguro estoy que no existe un gobierno en el que todo sea ’miel sobre hojuelas’. Nos leemos luego, otra vez. (angelirracar@hotmail.com)