Arturo Trejo Villafuerte* | todotexcoco.com

Tolerancia, intolerancia y circunstancias afines


“Nuestros políticos viven de espaldas a la realidad, de la Nación, del pueblo, pues a ellos nada los crispa ni altera, no ven la pobreza, no ven la inequidad de nuestra sociedad”.

Tolerancia, intolerancia y circunstancias afines
Enero 16, 2015 23:41 hrs.
Política ›
Arturo Trejo Villafuerte* › todotexcoco.com

UNO. Es terrible lo que pasó en París a los caricaturistas y periodistas de la revista humorística Charlie Hebdo. Pero también es cierto que no deja de existir un criterio eurocentrista e ideológico unilateral en muchos de los actos de los franceses, españoles, alemanes e ingleses sobre todo. Ellos desde el Siglo XVI anduvieron por todas partes del mundo, dejando su lengua, sus costumbres y sus creencias en el periodo llamado “colonialismo”.

Jean Paul Sartre siempre citaba un ejemplo al respecto: “Le espetaron a un argelino, mientras lo agredían, que qué hacía en París, por qué andaba en París, a lo que el argelino contesto: Estoy aquí porque ustedes primero estuvieron en Argel”. El colonialismo fue explotador y hasta el momento no sabemos si fue para bien o para mal, si valió la pena lo que ellos nos trajeron o valió más lo que ellos se llevaron.

En el libro Las venas abiertas de América Latina de Eduardo Galeano, se hace una detallada y minuciosa historia de lo que nos ha costado la explotación y el saqueo por parte de los europeos que, entre otras cosas, nos impusieron su religión, basada en lo bueno y lo malo, en el pecado y en el perdón -aunque este es el menos usado por los cristianos y católicos del mundo- y en ciertos valores que no eran tales para los pueblos autóctonos.

En el último libro de poemas de por Jorge Luis Borges, El Oro de los Tigres, tiene un texto que se llama “Cristo en la cruz”. En el escribe que Jesús se muere en los maderos, que no está pensando en el cristianismo, ni en la inquisición, ni en las cruzadas, sencillamente es un judío crucificado a punto de morir. El gran problema de casi todas las religiones es que se basan en el dogma y la fe, dejando muy atrás a la razón y a la verdad, lo que las vuelve intolerantes en la mayoría de los casos y a sus feligreses igual.

DOS. Pero aquí y ahora ya no se trata de qué nos dieron o nos quitaron, sino cómo se asumen las consecuencias de tales actos. A los humoristas franceses se les hace muy fácil satirizar y usar la figura de Mahoma en sus revistas, haciendo uso de la tolerancia que dan sus leyes, pero para los pueblos que profesan esa fe no es cosa de humor sino de respeto a sus creencias, lo que no soportarían los franceses -ni lo soportaron- cuando en el Siglo XVII- hubo la matanza de “Los Hugonotes” o Protestantes, debida a la reina Catalina de Medicis, conocida también como la noche de San Bartolomé.

Las creencias en general y las religiosas en particular, a finales del Siglo XVIII, tuvieron un cambio debido a las ideas de Los Enciclopedistas y la Revolución Francesa, pero nunca fue radical y siempre hubo un ámbito que no permitía que te metieras con la religión de los otros o con las creencias profundas de los pueblos. La intolerancia siempre ha estado presente, más que la tolerancia, y la primera es la que permite actos violentos, deshumanizados, terribles, que parecerían que están en contra del hombre mismo.

TRES. Todo el mundo protesta ante estas matanzas de periodistas y caricaturistas franceses pero nadie lo hace ya cuando los judíos bombardean la Faja de Gaza y hay decenas de mujeres y niños muertos. Son dos medidas y dos consecuencias, modos de tolerancia para un lado e intolerancia para el otro.

En nuestro país se está dando eso mismo con la posibilidad de que las consecuencias sean catastróficas: se protesta contra Peña Nieto con justa razón pero quienes lo hacen afectan ahora sí a terceros. Cada día son más violentas las protestas y cada día se hace más delgada la separación entre lo que puede ser tolerado y lo que no. Cierto que nuestros políticos viven de espaldas a la realidad, de la Nación, del pueblo, pues a ellos nada los crispa ni altera, no ven la pobreza, no ven la inequidad de nuestra sociedad, y cuando la gente protesta siempre tienen a la mano el modo y la forma de reprimir -ahí sí- legalmente.

Parecería que el Estado trata de acabar con los jóvenes, no con los problemas, porque de repente uno ve en la televisión, en Face, en las fotos de los periódicos, en los blogs informativos, a jóvenes estudiantes y maestros agrediendo a jóvenes policías y soldados, quienes también hacen lo mismo, mientras los de arriba dan cifras increíbles sobre seguridad, trabajo, el país mismo, “no pasa nada” y “vamos bien”, como lo acaba de hacer el presidente en Ciudad Juárez, una de las ciudades más vapuleadas por la violencia de toda índole y donde pesa muy fuerte el calvario de las madres de “Las Muertas de Juárez”, para variar cientos de mujeres jóvenes asesinadas y sin responsables a la vista. Para ellas, ni siquiera hubo una mención en el discurso triunfador del mandatario de telenovela, no vaya a ser que le corra el maquillaje o el rímel. Ah, pero eso sí, a los que protestaban por su presencia y por la falta de respuestas les tocó su garrotiza y sus gases.

CUATRO. Los jóvenes de Ayotzinapa seguramente ya están muertos, ahora el problema es saber dónde quedaron sus cuerpos. Se revisan los cuarteles demasiado tarde. Es pregunta necesaria y sustancial: ¿qué hacen los soldados cuando no se encuentran en labores de vigilancia, en el Plan DN-III o cosas así? Casi todos los días se sabe de militares que han contrariado las leyes civiles, de violaciones cometidas por ellos incluso en los cuarteles. El general Francisco Gallardo señaló hace algunos días que la búsqueda tenía que empezar por ahí, y lo sabe no por ser militar, sino porque él estuvo preso muchos años en la Zona Militar Número Uno y ahí supo de la existencia de prisioneros civiles. La llamada Guerra Sucia no está muy lejos en el tiempo y el estado de Guerrero fue el epicentro: ¿cuántos desaparecidos siguen así y lo hicieron en un cuartel? No se sabe.

CINCO. No está de más, a propósito de los cuarteles, la declaración que le hizo Francisco Villa al periodista John Reed, la cual no debemos dejar de lado y pensar: “Cuando se establezca la nueva República, no habrá más ejército en México. Los ejércitos son los más grandes apoyos de la tiranía. No puede haber dictador sin su ejército. Pondremos al ejército a trabajar. Serán establecidas en toda la República colonias militares formadas por veteranos de la Revolución. El Estado les dará posesión de tierras agrícolas y creará grandes empresas industriales para darles trabajo. Laborarán tres días de la semana y lo harán duro, porque el trabajo honrado es más importante que el pelear y sólo el trabajo así produce buenos ciudadanos. En los otros días recibirán instrucción militar, la que, a su vez, impartirán a todo el pueblo para enseñarlo a pelear. Entonces, cuando la patria sea invadida, únicamente con tomar el teléfono desde el Palacio Nacional de la ciudad de México, en medio día se levantará todo el pueblo mexicano de sus campos y sus fábricas...” (Ver Pedro Salmerón, La División del Norte, Planeta, 2006. pág. 381).

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* Profesor investigador de la Universidad Autónoma Chapingo y miembro del IISEHMER de la misma institución. Sus más recientes títulos publicados son: Árbol afuera (poemas, antología, Ed. Cofradía de Coyotes, México, 2013. 124 pp.), Amar es perder la piel (Ed. Molino de Letras-UACH, México, 2013. 194 pp.), Lámpara sin luz (novela, Fondo Editorial Mexiquense, México, 2013. 267 pp.), Árbol afuera (poemas, antología, Cofradía de Coyotes, México, 2013. 108 pp), Abrevadero de Dinosaurios (antología de minicuentos, Ed. Cofradía de Coyotes, México, 2014. 110 pp.) y Cartas marcadas (antología, Ed. Cofradía de Coyotes, México, 2014. 112 pp).

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