Arturo Trejo Villafuerte* | todotexcoco.com

¡Regresa “Cachirulo” y su Teatro Fantástico!


"Debemos de poner mucha atención en la forma en que nos presenta lo que es real y lo que es verdadero; aquí el gobierno a través de sus anuncios y las televisoras a través de sus noticieros, programas y telenovelas, nos manejan muchas realidades que no son verdades, puras fantasías..."

¡Regresa “Cachirulo” y su Teatro Fantástico!
Febrero 09, 2015 23:59 hrs.
Política ›
Arturo Trejo Villafuerte* › todotexcoco.com

UNO. Decíamos que el gobierno de México se manejaba como una clásica telenovela de Televisa: hay lágrimas y sufrimiento, para el pueblo, y risas, esplendor y lujos para los funcionarios que, por cierto, no funcionan. Y señalábamos, en colaboraciones anteriores, que esta superproducción pagada por las televisoras, los contratista nacionales y extranjeros, y el dinero del pueblo apunta a no tener un final feliz, de telenovela, para decirlo pronto. No olvidemos que las telenovelas y las novelas rosas -o lo que publican Carlos Cuauhtémoc Sánchez, Paulo Coelho y JJ Benítez, cualquier cosa que eso sea- no deja de ser ideología: una forma falaz de la realidad en donde todo es así pero no es así.

Pero no, no es telenovela, sino que se acerca y apunta mucho más a lo que hacía Enrique Alonso en un programa de los domingos por la noche llamado “Teatro Fantástico”, producido por la fábrica de chocolates “La Azteca”, y transmitido por al Canal 2 de Telesistema Mexicano.

Para los que son de mi generación, seguramente recordarán inmediatamente a personajes que ahí aparecían como “Caperucita Roja”, encarnada por María Rojo, al terrible y nefasto “Fanfarrón”, a “Cuqui” la ratita y, claro, al literalmente dulce Cachirulo, quien en la vida real era Enrique Alonso. Cachirulo, como su nombre lo indicaba, era un muñeco hecho de dulce y con la cabeza rojas de miel, su cuerpo tenía -todo esto lo supe cuando llegó la televisión a color- los colores de la bandera de Francia: azul, blanco y rojo, o los colores de la Pepsi Cola, o los de las alicaídas “Chivas Rayadas” del Guadalajara, o de los llamativos anuncios de los postes de las peluquerías de antes.

Gracias a él muchos niños supimos de los cuentos de Charles Perrault, de los hermanos Grimm, de Carlo Collodi, Hans Christian Andersen y muchos más. Los domingos, a las 19 hrs., antes de ir a misa de ocho, era tradicional sentarse ante la caja, que todavía no era idiota, para disfrutar de esos interesantes programas hechos con poca producción -el bosque de “Caperucita”, por ejemplo, era un árbol de cartón donde ella y el lobo daban muchas vueltas para aparentar que caminaban por un inmenso lugar lleno de árboles.

DOS. Debe de suponer el señor que habita en Los Pinos -llamémosle presidente de México-, que todos los mexicanos nos chupamos el dedo y no tenemos esa capacidad mental que él cree tener para engañarnos.

Por lo visto él “no entiende que no entiende” y entonces echa a andar su “Teatro Fantástico”: gasta un dineral en una secretaría de Estado para que “lo investiguen” y que, de entrada, se vuelve profundamente innecesaria y obsoleta porque un empleado de ninguna forma puede acusar al patrón -esa es la realidad entre don Gavioto y el neo Virgilio-.Todo queda en que se le dará un buen sueldo a un funcionario de primer nivel, pero nada de eso tiene visos de llegar a ningún lado. Este neo Virgilio inmediatamente manifestó que “llevará meses” el investigar tales casos. Que ni mandado a hacer.

Eso en magia se llama “hacer una pantalla”: el mago, para que no vean la naturaleza de su truco, pone por delante la famosa mascada para lograr sus cometidos. Recuerden ese viejo adagio: el sujeto que le roba la bolsa a la señora y que conforme va corriendo grita “¡al ladrón, al ladrón!”, e incluso señala hacia adelante diciendo “¡Ahí va, ahí va!”, supremo engaño de primero de primaria o de parvulitos, que ahora el señor de Los Pinos nos quiere aplicar a los mexicanos. “No entiende que no entiende” y nos quiere sorprender con el petate del muerto.

TRES. El argumento principal de esta nueva obra del nuevo Enrique Alonso y su nuevo “Teatro Fantástico” es el siguiente: un sujeto sumamente receptivo, amable, inteligente y sensible, preocupado por todo lo que le sucede y aqueja a su pueblo, decide ir a las entrañas mismas del infierno, para descubrir dónde están las raíces de la podredumbre y la corrupción, lo que no deja crecer a sus compatriotas.

Dante Enrique -así se llama el personaje principal- se acerca al lugar donde sabe está la entrada al infierno de todos tan temido y ahí se encuentra con Virgilio -hay un poeta latino del mismo nombre, de vital importancia en las letras occidentales, quien guía a Dante Alighiere en su obra “La Comedia”, después adjetivizada como “La Divina”, pero éste no es quien guiará a Dante Enrique, sino un homónimo-.

Virgilio, el homónimo, a quien se le han encargado de cuidar a la Función Pública para que no existan conflictos de intereses, quien cuida la entrada del averno, de principio le comenta a Dante Enrique que si entra ahí deberá de abandonar toda esperanza, ya que en esos nueve niveles del infierno encontrará a todos los males que aquejan al país y eso no es cualquier cosa.

Dante Enrique avanza decidido, no duda y entra a esos niveles que son pavorosos: en uno de ellos arden en el fuego eterno los políticos corruptos que son legión, en otro nivel están los compadres y contratistas que se ha hecho ricos con el erario público y gracias a los buenos oficios del funcionario en turno, en otro más están los que financiaron las campañas políticas con tarjetas Monex y de Soriana, además de los dueños de las televisoras, en otro más están las mujeres trabajadoras que gracias a su tenacidad han logrado conseguir “Casas Blancas” en Las Lomas, en otro nivel están los funcionarios venales que también -en base a su humilde sueldo- han conseguido humildes casas en Malinalco e Ixtapan de la Sal. Y así siguen bajando por esos terribles niveles del infierno, donde descubre más y más podredumbre y corrupción, quedando ambos exhaustos y dándose cuenta que acabar con todo aquello llevará meses de investigación y, acaso, nunca se acabará. ¿Y si acaso se acabara con todo ello: de qué se preocuparía Dante Enrique y en qué trabajaría Virgilio? Estaban ante una tremenda paradoja de su existencia.

CUATRO. “Teatro Fantástico” aparte, no debemos de olvidar a otro grande de las obras televisivas que también se apellidaba Alonso: don Ernesto. Es probable que nuestro señor Procurador de Justicia de República sea más cercano a él por lo que quiere: un final de telenovela para el caso Ayotzinapa, un final feliz.

Pero se los juro que por más que le damos vuelta a lo que señala en sus informes, no hay modo de pensar en la verosimilitud, en la veracidad de lo que señala como “hechos irrefutable”.

Duele mucho pensar en que vivimos en un “set” (“estudio” para que se entienda) de televisión donde hay escenografías, modelos, estrellitas, máscaras y un “preciso” carita pero que no sabe cumplir con sus funciones sustantivas como jefe del Ejecutivo. Qué pena.

Los únicos contentos con este montaje televisivo son las propias televisoras, los compadres del señor de “los Pinos”, los contratistas nacionales y extranjeros, los políticos y demás sujetos que se encuentran en la obra fantástica llamada “El infierno de Dante Enrique”, cuyo argumento presentamos líneas arriba. Y, claro, ya sé que no aplauden.

CINCO. Debemos de poner mucha atención en la forma en que nos presenta lo que es real y lo que es verdadero; aquí el gobierno a través de sus anuncios y las televisoras a través de sus noticieros, programas y telenovelas, nos manejan muchas realidades que no son verdades, puras fantasías, como en las telenovelas que producía Ernesto Alonso -Mister Telenovela- y el “Teatro Fantástico” de Enrique Alonso, el inolvidable “Cachirulo”.


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* Profesor investigador de la Universidad Autónoma Chapingo y miembro del IISEHMER de la misma institución. Sus más recientes títulos publicados son: Perros melancólicos (cuentos policíacos, antología, Cofradía de Coyotes, 2012), Árbol afuera (poemas, antología, Ed. Cofradía de Coyotes, México, 2013. 124 pp.), Amar es perder la piel (Ed. Molino de Letras-UACH, México, 2013. 194 pp.), Lámpara sin luz (novela, Fondo Editorial Mexiquense, México, 2013. 267 pp.), Árbol afuera (poemas, antología, Cofradía de Coyotes, México, 2013. 108 pp), Abrevadero de Dinosaurios (antología de minicuentos, Ed. Cofradía de Coyotes, México, 2014. 110 pp.) y Cartas marcadas (antología, Ed. Cofradía de Coyotes, México, 2014. 112 pp).

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