¿Y si el PRI pierde?

Gregorio Ortega Molina/almomento.mx

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¿Y si el PRI pierde?


Puede ocurrir si la reacción social al empobrecimiento supera lo previsto, o porque decidan modificar el equilibrio en lugar de conservarlo

¿Y si el PRI pierde?
Marzo 03, 2015 16:49 hrs.
Política Estados › México Ciudad de México
Gregorio Ortega Molina/almomento.mx › todotexcoco.com

Dentro de los márgenes de error establecidos por los “especialistas”, están dados todos los supuestos electorales, políticos y extralegales para que el PRI gane, al menos, la mayoría simple en la Cámara de Diputados.

Están pactadas las alianzas y las negociaciones con Acción Nacional y el PRD -el PVEM equivale al pie de atleta- para cuando se requiera del apoyo de una mayoría calificada, necesaria para sancionar reformas y decisiones que han de modificar el futuro de México.

Es decir, los efectos esperados por la intensa y constante movilización social no tendrán los efectos electorales esperados por AMLO y los detractores del PRI, sino los que han sido urdidos y elaborados en el extrarradio nacional y acatados como instrucciones de un modelo para armar.

De alguna manera se esforzarán por contener los efectos negativos -en los monederos de las amas de casa y en los bolsillos de los trabajadores- del desfonde de los precios de la mezcla mexicana, la reducción del PIB y la inmovilización del mercado interno. Apostarán a las estratagemas descritas en Tiempos líquidos, donde Zygmunt Bauman describe a las <> y el tratamiento administrativo que éstas reciben por la administración pública.

Sin embargo, hay espacio para el error, para el mal diagnóstico, para el hecho de que sea posible de que “en vez de adaptar las instituciones y los procedimientos políticos a las realidades sociales existentes aspiren a reformar las realidades sociales, porque creen que la solución es cambiar el equilibrio de las fuerzas sociales, a conservarlo”.

Los mexicanos seremos testigos de un interesante experimento electoral, cuyo resultado será el sustrato depositado en la voluntad del sufragista, por los millones de mensajes transmitidos por los medios electrónicos y de voz a oído, con la intención de entorpecer la capacidad de análisis y torcer la decisión de ese enorme ejército de indecisos, ajenos a la militancia partidista y distantes de todo fenómenos ideológico.

El PRI sólo puede perder porque la reacción social correspondiente a la disminución de ingresos sea mayor a lo previsto, y modifique el ejercicio de la voluntad electoral para convertirlo en hastío, en rechazo a la partidocracia, en manifestación política a través del voto nulo, porque el abstencionismo termina por convertirse en complicidad.

¿Y si el PRI pierde? Es la gran interrogante, porque no hay proyecto alternativo al resultado de las reformas estructurales, y porque nada se resolverá si no se echan las bases de la reforma del Estado.

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