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La Depresión de la Pandemia

Gabriel Regino

La Depresión de la Pandemia
Abril 10, 2020 14:35 hrs.
Seguridad ›
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Estar confinados nos enfrenta a una inexperimentada experiencia: observar nuestro limitado entorno y a quienes viven en él. La celda de un reo, en promedio, es de 4 por 4 metros cuadrados. En México hay casas o departamentos desde 55 metros cuadrados. En las primeras, llegan a dormir hasta 20 personas; en las segundas a convivir de 4 a 6 integrantes.

La voracidad inmobiliaria llevó a construir miles de habitaciones sin importar la proximidad, orientación en cuanto a la luz solar y, sin espacios de recreación. Una especie de bodegas humanas.

En el ámbito de criminalidad, las denominadas Unidades Habitacionales representan un alto grado de conflictividad por la ausencia de respeto a normas mínimas de convivencia social, de empatía y ánimo colaborativo en tareas de mantenimiento.

La búsqueda de espacios hace de las áreas comúnes, calles y jardínes aledaños, centros de reunión, coptación y operación de grupos criminales. La ausencia de propiedad lleva a un grupo etario determinado, a hacer suyo el abandonado espacio urbano. Ahí el origen de la atávica disputa territorial que motiva la organización de bandas.

En medio de una emergencia sanitaria y ante la inminencia de un confinamiento obligatorio, los reducidos espacios de las viviendas, organizados por un motivo económico y no de sana convivencia, van a provocar que el fenómeno de la violencia familiar se dispare. Los desacuerdos comunes se volverán la constante y harán ríspidas las horas de la vigía asociadas al insomnio que gran parte de la población comenzará a padecer por la ansiedad de un futuro incierto pero cierto en desolación.

La ruptura de una rutina, a través de la cual se veía a la familia 5 minutos al día, derivado de una dinámica extrema empujada por la presión del transporte, tráfico, horarios, empleo, etc., llegará a ser extrañada ante el inesparado parón de actividades. Eso llevará a buscar adueñarse de territorios dentro de un diminuto espacio, aflorando los instintos naturales que nos caracterizan. Sin liderazgo de mediación, se impondrá la ley del más fuerte.

Mujeres o esposos, hijas o hijos, no serán contagiados por el temible COVID19 pero sí serán presas de la violencia que estallará momento a momento. La salud mental de los mexicanos experimentará una crisis nunca antes vista. Sin orientación ni mecanismos que ayuden a una gran parte de la población a enfrentar esta crisis que va a prolongarse por muchos meses, el país se encamina a un incremento de uxoricidios y suicidios.

El virus de la violencia se está incubando.

Pida ayuda. El reto es grande.

Tomado de C4noticiasmx

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