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Historia para compartir

Sócrates A. Campos Lemus

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Enero 03, 2014 20:00 hrs.
Política ›
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“TRABAJA COMO SI NO NECESITARAS DINERO. AMA COMO SI NUNCA HUBIERAS SIDO HERIDO. BAILA COMO SI NADIE ESTUVIERA MIRANDO. CANTA COMO SI NADIE ESCUCHARA Y VIVE COMO SI FUERA EL CIELO EN LA TIERRA”. No son tan malos consejos a seguir.

A todos nos gusta escuchar o contar historias, es parte del conocimiento del alma humana y de las experiencias que van formando la vida. En lo particular, tengo una especial predilección, desde hace mucho, por las memorias o las biografías de los grandes personajes, como que vemos lo que en verdad pensaban y de cómo los tiempos y las circunstancias doblaron los caminos o los enderezaron. En fin, cuando se habla con el corazón y sin pensar en el qué dirán, se dicen cosas importantes de lo que es la biografía de un ser humano, sus experiencias y sus vivencias.

Aquí tenemos una historia verídica que me hace el favor de enviarme Winston Paula Ávila: “Su nombre era Fleming, y era un granjero escocés pobre.

Un día, mientras intentaba ganarse la vida para su familia, oyó un lamento pidiendo ayuda que provenía de un pantano cercano.

Dejó caer sus herramientas y corrió al pantano. Allí, encontró hasta la cintura en el estiércol húmedo y negro a un muchacho aterrado, gritando y esforzándose por liberarse. El granjero Fleming salvó al muchacho de lo que podría ser una lenta y espantosa muerte.

Al día siguiente, llegó un carruaje elegante a la granja. Un noble, elegantemente vestido, salió y se presentó como el padre del muchacho al que el granjero Fleming había ayudado.

“-Yo quiero recompensarlo”, dijo el noble. “Usted salvó la vida de mi hijo”

“-No, yo no puedo aceptar un pago por lo que hice”, el granjero escocés contestó.

En ese momento, el hijo el granjero vino a la puerta de la cabaña. “-Es su hijo?”, preguntó el noble.

“-Sí”, contestó el granjero orgulloso.

“Le propongo hacer un trato, permítame proporcionarle a su hijo el mismo nivel de educación que mi hijo disfrutará. Si el muchacho se parece a su padre, no dudo que crecerá hasta convertirse en el hombre del que nosotros dos estaremos orgullosos”. El granjero aceptó.

El hijo del granjero Fleming asistió a las mejores escuelas y, al tiempo, se graduó en la Escuela de Medicina St. Mary´s Hospital de Londres, y siguió hasta darse a conocer en el mundo como el renombrado Dr. Alexander FLeming, el DESCUBRIDOR DE LA PENINICILINA.

Años después, el hijo del mismo noble que fue salvado del pantano estaba enfermo de pulmonía. ¿Qué salvó su vida esta vez?... la Penicilina.

¿El nombre del noble?: Sir Randolph Churchill. ¿El nombre de su hijo?: Sir Winston Churchill”.

Y es por ello que ,cuando vemos que las cosas y actos buenos de la vida tienen recompensas que no pensamos, cuando sabemos de actos heroicos que no buscan ni la fama ni la recompensa sino el servir y ayudar al que lo necesita en ese instante, es cuando vemos que los valores son vitales para marcar y marchar en la vida.

Es así que, cuando vemos, también, el agradecimiento real por una gran obra o acción, vemos que sus resultados son tan brillantes como los de esta historia, donde dos grandes hombres se salvan y salvan muchas vidas.

El saber dar es tan importante como el saber recibir y es por esa razón que cuando se hacen las cosas porque sí, sin pensar en recompensas ni reconocimientos, es cuando se ve la calidad y la calidez humana y el enorme valor del saberse entregar cuando se requiere en la vida. La bondad y las buenas acciones siempre tienen resultados buenos y nobles. Así que esta es una buena historia para compartir y reflexionar. Disfrútenla.

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