Lilia Cisneros Luján | diarioalmomento.com

El poder de enseñar


A lo largo de la historia uno de los factores de desigualdad de clases ha sido el acceso o no a la educación.

El poder de enseñar
Agosto 03, 2015 19:45 hrs.
Periodismo ›
Lilia Cisneros Luján › diarioalmomento.com

Una colorada (vale más que cien descoloridas)
Concomitante a la crianza biológica del niño, en las sociedades tribales, esencialmente matriarcales, a este se le trasmitían ciertos hábitos y conocimiento acerca de la vida y el trabajo que, de alguna manera eran “evaluados” al llegar a determinada edad en la cual se verificaba su aptitud o preparación para tareas de la juventud.
La iniciación en este cambio de etapa, tenía como misión primordial el dilucidar si había capacidad para soportar privaciones, dolor y determinadas aptitudes para el trabajo que en los inicios sociales tenían que ver con la pesca, la cacería y la defensa propia del grupo.
Este proceso identificado inicialmente como un mecanismo biológico vital, va pasando de la rectoría materna, a la de adultos masculinos –generalmente reconocidos como padres- que conforme avanzaban en la edad cambiaban su función de lucha intensa contra lo desfavorable de la naturaleza a la de custodios de conocimiento acumulado en términos de costumbres, técnicas para cuidar la salud y la vida, estrategias bélicas defensivas o expansionistas.
Llegar a viejo era casi siempre sinónimo de sabiduría en las sociedades primitivas. Salomón, un rey que inició sus responsabilidades siendo apenas un adolescente escuchaba y tomaba decisiones en base a los dichos de su consejo de ancianos. Nabucodonosor entendía de tal manera el valor de la educación que luego de destruir el tempo de Jerusalén, tomó a los mejores exponentes juveniles del pueblo sojuzgado y los llevó a su palacio para instruirlos sobre su cultura y costumbres.
A lo largo de la historia uno de los factores de desigualdad de clases ha sido el acceso o no a la educación. Los nobles casi siempre tuvieron educadores cerca de sus hijos. Si bien las niñas generalmente no eran instruidas en temas de lectura, escritura o pensamientos en boga, si se convertían en delicadas ejecutoras de música –sobre todo en piano- expertas en artes culinarios, y labores manuales –cocer, diseñar etc.- en sociedades donde aún no existían máquinas ni fábricas que elaboraran camisas y pantalones por millones como en la época de la China Maoísta.
A medida que la complejidad social aumenta, la educación empieza a volverse algo público y a considerarse un derecho. Así llegamos en casi todo el mundo a la gratuidad y el laicismo; pero a final de cuentas al igual que en las épocas más remotas, se entiende que el que educa tiene cierto grado de poder y si este poder no se ejerce en justicia, con sabiduría y con la visión de beneficiar al educando, lo que resulta son monstruosidades como la de grupos con membrete sindical que presionan, rompen, atacan, gastan el dinero colectivo y en su suma evitan el verdadero desarrollo no solo de los niños sino de adolescentes e incluso profesionales cuyas capacidades a la hora de la competencia vital no resisten la urgencia de un desempeño eficaz.
Mientras que en Oaxaca han crecido monstruos como el IEEPO, también en la estructura general de la SEP, hay una burocracia tan enraizada que aun cuando los titulares de diversas dependencias –desde el primer titular pasando por los subsecretarios y hasta direcciones de área- cambien, los vicios y corruptelas se mantengan.
Ahora que por obra y gracias del TLC, el comercio mundial y la supremacía del mercado, la educación se ha convertido en objeto de consumo, la liberación de RVOES[1] es un verdadero vía crucis que deben enfrentar las instituciones –básicamente particulares- para aumentar, modificar o mejorar su currícula. La burocracia es tan intrincada y perversa, que se han constituido despachos expertos en esta tramitología, los cuales venden sus servicios y experiencia a universidades y preparatorias, a efecto de que ellas dediquen su mayor esfuerzo en la educación. Sin embargo, ante la dilación y ambigüedad de las decisiones de funcionarios de la SEP, el tiempo pasa, los estudiantes avanzan en sus ciclos de aprendizaje y a final del día se encuentran que por la sinrazón que sea, -no llegar al precio, cursar por un episodio emocional que afecta la función o responder a algún tipo de consigna- alguna persona decide no dar el certificado esperado, sin pensar por un solo segundo en el perjuicio que se causa al educando.
En medio de esta irresponsabilidad el ámbito de corruptelas prolifera y se agranda. Tan malo el tema de obtener diplomas y certificados apócrifos[2], que dejar sin título a alguien que dedicó cuatro o cinco años de su vida en aulas que por una decisión unilateral no fueron reconocidas por un personaje que no merece estar en el ámbito de la educación. En menos de tres años en la SEP, ha habido cambios de titulares de subsecretarias, se han hecho públicas acusaciones en contra de personajes que con una mano dificultan el avance educativo y con la otra favorecen a familiares de los jefes acusados de falsificación de documentos[3]. Por otra parte, en los exámenes de admisión, se encuentra un universo mayoritario de alumnos con una calificación menor al 40% de aciertos, pretendiendo entrar a las preparatorias y universidades sin tener conocimientos básicos de ortografía, redacción, aritmética y manejo de cultura general. ¿Bastará con “darle su merecido” a la estructura dominada por la CENTE para corregir todo esto?
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[1] Documento de validez y reconocimiento a contendidos de diversas materias, diplomados, cursos, talleres, carreras etc. ofrecidos por diversas instituciones educativas que se tramitan ante la Dirección General de Acreditación, Incorporación y Revalidación, de la SEP en México.
[2] En la llamada universidad de Santo domingo que no son otra cosas que falsificadores expertos ubicados en talleres de la plaza del mismo nombre justo enfrente de las oficinas de la SEP.
[3] Las escuelas que operan sin validez oficial, afirma María del Socorro Marquina Sánchez, directora de Instituciones Particulares de Educación Superior de la SEP, solo pueden ser denunciadas por el delito de fraude, lo cual sorprende viniendo de una doctora en Derecho que conoce el contenido del artículo 59 de la Ley General de Educación donde se señala que una persona puede impartir estudios de nivel superior, siempre y cuando menciones que es sin validez oficial.

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