M. en A. María Esther Zavala Ramírez * | diarioalmomento.com

Conócete desde tu ser inferior


¡Todos juntos! ¡Todos somos uno!

Conócete desde tu ser inferior
Octubre 08, 2014 21:06 hrs.
Educación ›
M. en A. María Esther Zavala Ramírez * › diarioalmomento.com

Sr. Director.
¿Cómo estas querido amigo Mario A. Campa?
Después de haber abordado un poco el tema de las máscaras, en mi anterior escrito, me doy cuenta que me muevo en todas ellas según sea el caso. La mayoría así lo hacemos para nuestra protección, seguramente movidos por lo vivido en nuestra infancia.
La sesión del Diplomado de Inteligencia Emocional, que curso en el Centro de Educación Continua, Unidad Allende del Instituto Politécnico Nacional (IPN), inició con estas preguntas: ¿Cómo estoy? ¿Cómo me siento?
Yo realmente me sentía cabizbaja por una serie de acontecimientos que detonaron esto los días anteriores. Por ejemplo, saber que un perrito se había muerto de hambre por abandono y negligencia… sé que el hecho no me debería afectar tanto, pero dentro de mi estructura mental no podía caber. Pero como existía la circunstancia, le di paso mediante mi ser inferior, traduciéndolo en coraje y tristeza. Con esto, se registraron un par de eventos más, pero trato de darme cuenta y darle solución a mi conflicto emocional.
El ser inferior, de acuerdo a la teoría expuesta por la Doctora Abigail Violeta Arrevillaga López, es nuestra defensa del dolor; en nuestro adormecimiento entran las emociones, nuestra desconexión de nosotros mismo y el resto de la gente, lanzando a los demás el papel de enemigo a fin de darnos permiso de tratarlos mal, provocando sufrimiento y negatividad. Y desde luego, ahora ¿qué hago?
Sin duda una de las sesiones más emotivas que he vivido, desde escuchar tanto aprendizaje de una sesión anterior, que por cierto al final toco mi turno, me sentí mucho mejor, hasta observar un método para generar que una persona que iban a ser atropellada. Gracias a Dios sólo quedó en susto.
La dinámica consistió en hablarle por su nombre: “¡José Antonio!” todos decíamos su nombre con voz muy fuerte y la doctora lo sacudía una y otra vez, acto seguido todo el grupo se fue acercando para abrazarlo, no uno por uno... ¡TODOS JUNTOS!, fundiéndonos en un reconfortante abrazo grupal.Ésto me recuerda que: ¡TODOS SOMOS UNO!
Cuando contactamos con nuestro ser superior existe amor y serenidad sin duda.
Uno de los ejercicios que realizamos, durante el diplomado, que a mí me movió mi fisiología, fue la meditación guiada por una voz amorosísíma que cantaba “ábrete corazón, ábrete sentimiento”. Seguramente está en la red de internet. Sentí como mi vientre se llenaba de un calor amoroso y cálido, como de unas manos muy cerca de él.
Al terminar la meditación, abri mis ojos y le pregunté a la doctora si había postrado sus manos en mí, me indicó que no, la observe en el lugar donde inicio la meditación, sentada en su silla. Y ¡¿Cómo era posible que mi vientre estuviera en una temperatura distinta al resto de mi cuerpo? Lo verificó mi compañera y pude sentir mi estado de bienestar también. No cabe duda que si estamos entregados a nuestros objetivos y misión se producen pequeños milagros.
Acto seguido, revisamos lo que la doctora define como “fenómenos de proyección”, donde mi parte negada -que es la envidia, el egoísmo, la irresponsabilidad- la proyecta en otra persona que sirve como pantalla. A mis alumnos en términos coloquiales sabidos por muchos, les digo, lo que te choca te checa. Y para esto revisamos leyes universales como:
1.- Ley de responsabilidad propia. De mis sentimientos, mis actos, mis decisiones yo me responsabilizo.
2.- Ley de pagar el precio. Todo acto que yo hago tiene una consecuencia, un precio sea para mi benéfico o no y si no también tengo que aprender de él.
3.- Siembra expectativas y cosecha frustraciones. No debo esperar del otro que piense y sienta igual que yo, cada mente tiene sus propias expectativas y debo respetarlas.
4.- Ley de la causa y efecto. Sin duda la más universal de todas. Siembro amor, cosecho amor; siembro miedo, cosecho miedo; siembro incertidumbre y lo mismo tendré, pero magnificado. Y todo lo que le sigue para nuestro bienestar o no.
5.- Ley de vivir en la verdad. No me puedo mentir ni en mis pensamientos ni en mis emociones. Es bueno no darles la vuelta sino confrontarlas y observarme de donde provienen y amorosamente, en su caso resolverlas para mi bienestar.
6.-Ley de la hermandad. Todos somos uno y cuando me doy cuenta que estamos en la gran escuela de la vida, y que cada quien como mis alumnos aprendemos a nuestro ritmo y a nuestro tiempo, podemos comprender y ayudar a que se den cuenta otros seres de luz.
7.- Ley de la justicia. Sin duda una de las más fuertes para mí. Cuando me doy cuenta de cosas que he hecho que no me gustaría que me hicieran y otras -las más- que me encantaría se multiplicaran.
(Continuará…)

* Profesora de tiempo completo en
Universidad Tecnológica de Nezahualcóyotl
profesora de Administración en ESIME Azcapotzalco

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