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Lectura política

A la caza de los reflectores

Noé Mondragón Norato

A la caza de los reflectores
Noviembre 13, 2018 23:22 hrs.
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El paisaje por reiterado se volvió común: vehículos incendiados y humeantes atravesados en las carreteras; casas llenas de agujeros por los impactos de bala disparados sobre sus paredes, puertas e interiores; penetrante olor a pólvora en el frío y seductor ambiente; miles de casquillos de bala percutidos y desperdigados por amplias áreas de los terrenos donde ocurren los enfrentamientos a balazos; y cuerpos ensangrentados e inertes tirados en laderas, barbechos, lomeríos saturados de pinos y ocotes y pavimento carretero. Como siniestro mensaje de que ahí, quienes mandan son los fusiles. Y las erradas y salvajes decisiones de aquellos que le han perdido una y otra vez el respeto, la utilidad y el valor a la vida. También, a las autoridades. A todas las instituciones. Complementa este cuadro dantesco, la emigración de muchas familias acompañadas del terror y el miedo provocados por el literal estado de anarquía que se vive en la sierra de la región centro de Guerrero.

Esta ruta de la muerte y la violencia inicia desde Xochipala, atraviesa Filo de Caballo y llega hasta Tlacotepec. Desde mayo pasado las cosas se recrudecieron por el control de todo ese corredor por parte de cuando menos dos grupos delictivos. Se multiplicaron las escaramuzas a balazos. La tragedia, el luto, el llanto y el dolor adquirieron carta de naturalización. Pulularon por esos lares, los forajidos sin nombre fuertemente armados, de rostros torvos y macilentos, investidos de soberbia, autosuficiencia, egolatría y arrogancia. Destilando amenaza latente e incubando la violencia con su sola presencia. Desde esa fecha, el gobierno estatal ha minimizado reiteradamente la crisis por el control de la amapola y las minas. Por el derecho no escrito a delinquir en poblados y

carreteras federales. Por escriturar de facto, territorios completos. Y por eso mismo, es una película de la vida real que parece no tener fin. Un túnel prolongado e interminable al que no se le ve ni luz ni salida.

ZONA DE MIEDO.- El conflicto en la sierra de la región centro se recrudeció en cuando menos dos coyunturas. Y rozó con fuerza a igual número de actores: 1.- El gobernador Héctor Astudillo Flores arribó a su Tercer Informe de Gobierno, imbricado fuertemente por la inseguridad y la violencia. Y la notoria incompetencia por parte de la Fiscalía General del Estado (FGE). Una potente mina le estalló en el puerto de Acapulco. Hubo ahí, por lo menos cuatro crímenes de alto impacto que tambalearon las cifras optimistas de su quehacer cotidiano como gobernante. Vinieron algunos homicidios más en Chilapa, Chilpancingo e Iguala. Y toparon con el cruento enfrentamiento a balazos del pasado lunes que arrojó siete muertos y un número indeterminado de heridos en la comunidad de Filo de Caballo. Su gobierno se ha limitado a reconocer esa violencia. Pero permanece estático ante ella. 2.- El obispo de la diócesis Chilpancingo-Chilapa, Salvador Rangel Mendoza, se ha vendido reiteradamente en medios de comunicación y redes sociales, como un promotor y mediador incansable de acercamientos entre grupos criminales. Ya sea para lograr la paz o decretar una tregua. Pero al igual que al gobernador, las cosas no se le han dado. Apenas el pasado 10 de septiembre confirmó que no se concretó la tregua entre los grupos delictivos que se disputan el corredor de Xochipala, ’porque los que controlan Tlacotepec no aceptaron la condición de los de Filo de Caballo, que pidieron ayuda para quienes perdieron las casas y los vehículos incendiados, durante el enfrentamiento de Corralitos el 9 de junio pasado’. Es decir, admitió que su papel como mediador fracasó. Luego, el pasado 6 de noviembre -seis días antes del enfrentamiento del lunes- aseguró por enésima ocasión que buscaría pactar ’una tregua navideña’ con los grupos

delictivos de la sierra. Y la respuesta a esa intención fue violenta en demasía. El prelado católico simplemente, no ha podido gestionar algo que el gobernador Astudillo, tampoco puede. Son dos personajes a la caza de los reflectores mediáticos. Nada más.

HOJEADAS DE PÁGINAS…La revelación sobre acuerdos inconfesables entre el expresidente panista Felipe Calderón Hinojosa y el feneciente priísta Enrique Peña Nieto, con el narcotraficante Joaquín El Chapo Guzmán, siempre fue vox populi. Y una investigación de la periodista Anabel Hernández en su libro Los Señores del Narco, ventiló una parte de ellos. Lo interesante aquí, será la postura de López Obrador sobre el tema. Y qué acciones tomará al respecto.

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